No se quien es el autor ni la fuente, pero me pareció impecable.
Los resaltados son míos.
Un político honesto ?
A raíz de la acusación que el fiscal Bajac ha formulado contra el Senador Rodolfo Nin, la atención de los medios se ha volcado sobre ese aspecto, y sobre las declaraciones que, según se esté en el gobierno o en la oposición, descartan o afirman la responsabilidad del Senador y, asimismo, afirman o rechazan el levantamiento de los fueros.
Todo esto es, se sabe, pura pirotecnia política, declaraciones que poco tienen que ver con lo que realmente piensan o creen los entrevistados o los entrevistadores, todos condicionados por prejuicios políticos.
Pero poco se ha dicho sobre el fantástico acto de honestidad intelectual que reflejan las declaraciones del Senador Nin.
Es un lugar común entre los integrantes de la clase política sostener, cada vez que tiene una relación con el Poder Judicial, sea en la condición que sea, afirmar que cree en la Justicia de Uruguay.
Es un dogma. Una afirmación sin fisuras ni excepciones. Siempre, antes de que la Justicia se expida, los políticos sostienen que creen en la Justicia Uruguaya. Luego de conocida la sentencia definitiva, los juicios pueden variar, moderarse, condicionarse, según sea el falible fallo de los hombres. Pero, a priori, todos creen en la Justicia.
Pero Nin no, y lo ha dicho de la manera más clara y terminante.
El Senador Nin, que por sus antecedentes debe de conocer acabadamente de lo que habla, ha señalado a los medios que ha cambiado de abogado defensor, porque la anterior abogada no tiene buenas relaciones con la Juez del caso.
Así de claro. Despidió a su abogada porque no tiene buenas relaciones con la Juez. Cabe suponer, por lo tanto, que el abogado ahora designado sí las tiene.
Eso significa que, a juicio del ex vicepresidente de la República, si un Juez no tiene buenas relaciones con el abogado de un imputado, éste puede o debe esperar un fallo desfavorable.
Así de claro.
Y tratándose, como se trata en este caso, de la justicia penal, eso significa que la libertad de un ciudadano puede depender de que el Juez y su abogado estén en buenas relaciones.
Así de claro.
Y si un ciudadano de a pie, no puede pagar o no conoce un abogado bien relacionado, su caso, su patrimonio o su libertad pueden verse afectados.
Hay que tener mucho coraje cívico y mucha honestidad intelectual para decir explícitamente: Despedí a mi abogada porque no está en buenas relaciones con la Juez de mi caso, que es decir, implícitamente: la justicia no me merece demasiada confianza.
Felicitaciones, Senador, por su honestidad intelectual. Es bueno que los ciudadanos sepan lo que piensan los gobernantes sobre algo tan delicado como el funcionamiento del Poder Judicial.
A raíz de la acusación que el fiscal Bajac ha formulado contra el Senador Rodolfo Nin, la atención de los medios se ha volcado sobre ese aspecto, y sobre las declaraciones que, según se esté en el gobierno o en la oposición, descartan o afirman la responsabilidad del Senador y, asimismo, afirman o rechazan el levantamiento de los fueros.
Todo esto es, se sabe, pura pirotecnia política, declaraciones que poco tienen que ver con lo que realmente piensan o creen los entrevistados o los entrevistadores, todos condicionados por prejuicios políticos.
Pero poco se ha dicho sobre el fantástico acto de honestidad intelectual que reflejan las declaraciones del Senador Nin.
Es un lugar común entre los integrantes de la clase política sostener, cada vez que tiene una relación con el Poder Judicial, sea en la condición que sea, afirmar que cree en la Justicia de Uruguay.
Es un dogma. Una afirmación sin fisuras ni excepciones. Siempre, antes de que la Justicia se expida, los políticos sostienen que creen en la Justicia Uruguaya. Luego de conocida la sentencia definitiva, los juicios pueden variar, moderarse, condicionarse, según sea el falible fallo de los hombres. Pero, a priori, todos creen en la Justicia.
Pero Nin no, y lo ha dicho de la manera más clara y terminante.
El Senador Nin, que por sus antecedentes debe de conocer acabadamente de lo que habla, ha señalado a los medios que ha cambiado de abogado defensor, porque la anterior abogada no tiene buenas relaciones con la Juez del caso.
Así de claro. Despidió a su abogada porque no tiene buenas relaciones con la Juez. Cabe suponer, por lo tanto, que el abogado ahora designado sí las tiene.
Eso significa que, a juicio del ex vicepresidente de la República, si un Juez no tiene buenas relaciones con el abogado de un imputado, éste puede o debe esperar un fallo desfavorable.
Así de claro.
Y tratándose, como se trata en este caso, de la justicia penal, eso significa que la libertad de un ciudadano puede depender de que el Juez y su abogado estén en buenas relaciones.
Así de claro.
Y si un ciudadano de a pie, no puede pagar o no conoce un abogado bien relacionado, su caso, su patrimonio o su libertad pueden verse afectados.
Hay que tener mucho coraje cívico y mucha honestidad intelectual para decir explícitamente: Despedí a mi abogada porque no está en buenas relaciones con la Juez de mi caso, que es decir, implícitamente: la justicia no me merece demasiada confianza.
Felicitaciones, Senador, por su honestidad intelectual. Es bueno que los ciudadanos sepan lo que piensan los gobernantes sobre algo tan delicado como el funcionamiento del Poder Judicial.
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