Hace más de un mes, tocaba de refilón este tema en el artículo
Ma.Julia Muñoz, el MSP debiera decirle SI a la salud. Y no, no es de política, pero si es de salud para nuestras hijas, nietas, hermanas, novias y cualquier mujer entre los 9 y los 26 años.
Y justamente a raíz de la mención que hago sobre la vacuna HPV (Vacuna contra el Virus del Papiloma Humano), es que Bea, una de las lectoras del blog, me envía información, que acabo de corroborar a nivel internacional.
Resulta que acá el señor médico presidente y la señora bailadora ministra, se subrogan el derecho de decirme si puedo fumar, ocultarme las cantidades de nicotina y de alquitrán de las cajillas de cigarrillos, en aras de protegerme como si fueran mi papá y mi mamá contra el cáncer, mientras nos ofrecen vacunas que a nivel internacional están siendo fuertemente cuestionadas, no por su eficacia, eso se sabrá recién dentro de 20 a 25 años, sino que provocan lamentables efectos secundarios, y esto, también lo ocultaron.
Y Bea, en su colaboración me decía que por algo no lo incluyeron en el Esquema nacional de vacunación, y tiene razón.
A los que no tienen idea qué estoy hablando, les cuento que HPV es la sigla de la vacuna que han creado, que protege supuestamente a las mujeres contra el cáncer de cuello de útero provocado por las cepas 16 y 18, que son las más peligrosas.
Decirles que hay 13 cepas y esta vacuna sólo protege de dos, así que en definitiva, nos protege algo así como un 9%, y te pregunto, si te ofrecen un anticonceptivo que te garantice el 9% de no embarazarte, confiarías en él?
Más allá de la poca protección, he leído en diferentes sitios, la cantidad de denuncias que hay en diferentes países sobre efectos secundarios, incluyendo muertes de jovencitas.
Pues cuando te das la vacuna, no te informan que puede producirte como mínimo, verrugas genitales, en manos y en otras partes del cuerpo, tampoco te preguntan si tomas anticonceptivos porque la combinación de la vacuna con los anticonceptivos puede ser letal.
Se han constatado parálisis, síndrome de Guillán-Barré (trastorno neurológico en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca a una parte del sistema nervioso periférico), convulsiones, fallecimientos, etc. etc. y si bien, los defensores de la vacuna dicen que la insidencia es poca para el gran beneficio que otorga, y que además no pueden y no han llegado tampoco a la conclusión de si la vacuna fue la causante o no, pero en todos estos casos, lo único en común es la vacuna, nada más, y hablamos de niñas entre 13 y 15 años, saludables y atendidas por sus médicos.
Una de las informaciones que encontré indica que: "También la agencia gubernamental americana Judicial Watch, el NVIC (National Vaccine Information Center) y la cadena de televisión americana CNN anunciaban en 2008 más de 9000 efectos secundarios graves y 27 defunciones debidas a esta vacuna. Esto no es nada sorprendente puesto que el Gardasil contiene 0,225 mg de aluminio, y conocemos los efectos del aluminio en el cerebro, contiene polisorbato 80 que deja estériles a los ratones y que es sospechoso de ser carcinógeno y mutágeno, y borato de sodio, que ya no se utiliza en las preparaciones medicinales porque esta considerado como un veneno". "Por otra parte, el Gardasil, fabricado por manipulación genética, no lo olvidemos, fue puesto en marcha muy rápidamente, sin los estudios exigidos ordinariamente, mientras que los dos estudios decisivos de fase III no estaban todavía asegurados".
Y para terminar, les copio el análisis de un médico español, de tantos que hay en la red, sobre su experiencia y sobre su opinión con respecto a esta vacuna que hoy, acá en Uruguay sale 150 dólares por dosis y son 3 dosis, lo cual me lleva a pensar que aquel que puede sacar un préstamo para tratar de evitarle a sus hijas un cáncer o el que tiene el dinero para hacerlo, es el conejito de indias que este gobierno encontró para quedar bien con los laboratorios, vaya uno a saber porque :-))))
Esto lo contó el Dr. Herráez, oncólogo: "Cuenta Herráez que un buen día llegó al centro médico en el que trabaja y vio un montón de folletos en recepción sobre los que le explicaron que los había dejado allí “alguien de un laboratorio”. Se trataba de un folleto color naranja expandible cuyo título era: “¿Has oído? El cáncer de cuello de útero se puede prevenir”. Y en un texto más pequeño: “Consúltalo con tu médico”. En él se veían dibujos de mujeres, una de ellas hablando con una niña “muy delgadita”. En la parte baja de la primera hoja ponía: “Información importante sobre el cáncer de cuello de útero para niñas y jóvenes. Fundación MD Anderson Internacional, AEP [Asociación Española de Pediatría] y SEGO [Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia] (con los correspondientes logotipos)”.
El resto del folleto se dedicaba a hablar del cáncer de cuello de útero pero sin nombrarlo ni justificar lo que intentan promocionar. “Ya se encargarán, supongo, de promocionarlo entre todos los médicos de la AEP y SEGO”, escribía Herráez. “Lo lamentable –continuaba este médico- es que la principal intención de ese folleto es inducir el miedo. ¿Cómo? Pues con palabras del estilo de “La amenaza del…”, “Aunque las citologías periódicas pueden ayudar desgraciadamente mueren 40 mujeres al día en Europa…”, “Este virus se transmite muy fácilmente de una persona a otra”.
Pero la que produce más vergüenza es esta: “Toda mujer que se infecte con el Virus del Papiloma Humano está en peligro de desarrollar este cáncer”.
¿Toda mujer? Basta leer en las fuentes médicas que la asociación entre la infección por el Virus del Papiloma Humano y el cáncer de cuello de útero es de carácter epidemiológico y se justifica por “criterios de causalidad”.
Y lo que la gente corriente no entiende –ni al parecer muchos médicos- es que eso no significa que tal relación se haya probado científicamente. Por eso sólo puede considerarse a ese virus un mero “factor de riesgo” y no un factor “etiológico”.
Ahora bien, un “factor de riesgo” sólo indica que el mismo puede ser causa del problema o coadyuvar a él… o no”.
Lo que explica Javier Herráez es que un factor de riesgo no es una enfermedad.
El negocio del miedo se basa en fabricar enfermedades, en asustar a la población hasta hacerla creer que está enferma. Y si no se consigue, al menos que se vacune “por si acaso”. Continúa este médico preocupado por la salud pública: “Lo singular es que en ese folleto –por no decir panfleto o pasquín- caen en su propia trampa cuando al intentar meter miedo dicen: “El 70% de hombres y mujeres entrará en contacto con el virus. Afortunadamente en el 90% de los casos el virus se elimina de forma natural”.
Es decir, que según ellos mismos sólo se infectaría un 10% del 70% de mujeres.
Es decir, el 7% del total.
Ahora bien, los datos oficiales indican que la tasa de incidencia en España del cáncer de cuello de útero es del 0,0072%.
En otras palabras, lo sufren 7,2 de cada 100.000 mujeres.
Resumiendo: dicen que de cada 100.000 personas en España entran “en contacto” con el virus 70.000 y que de ellas sólo el 10% resulta infectada porque no lo supera de forma natural.
Es decir, se infectan 7.000 de cada 100.000 mujeres.
Y como quiera que según sus propios datos la incidencia del cáncer de cuello de útero en nuestro país es del 0,0072 (o lo que es lo mismo, afecta a 7,2 de cada 100.000 mujeres) ello implica que sólo terminan padeciendo cáncer menos de una de cada mil infectadas. Tales son los datos oficiales. Y esa proporción de 1.000 a 1 es la que se alega para decir que existe un claro nexo de causalidad. ¡Alucinante! Me pregunto cómo con tan peregrina justificación hay médicos que se atreven a recomendar a los padres de miles de niñas que las vacunen”.
Llama la atención, como comenta el autor de la carta, que pese a ser un “panfleto” promocional de una vacuna no se cite en ningún momento el nombre de la misma. Lo lógico sería citarla hasta la saciedad pues en teoría es lo que se está vendiendo ¿no? Si el laboratorio no está vendiendo la vacuna ¿qué es lo que vende, qué pretende con ese mensaje publicitario?: “Al no mencionarse el nombre el laboratorio no puede ser denunciado. Lo que no está en cambio tan claro es que no puedan serlo los médicos que ingenuamente receten la vacuna si tiene efectos secundarios en sus pacientes infantiles”, argumenta Herráez.
El oncólogo concluye su escrito denunciando “otras dos mentiras más de ese papelillo con logotipos varios: la primera es que en él se dice textualmente que “a diferencia de muchos otros cánceres el cáncer de cuello de útero no es hereditario” cuando eso es falso ya que la inmensa mayoría de los cánceres no son hereditarios; la segunda es que el cáncer de cuello de útero “siempre está causado por el Virus del Papiloma Humano” cuando eso nadie lo ha demostrado jamás.
Claro que por eso en este caso el laboratorio ni siquiera firma lo que reparte entre los médicos. Se cubre las espaldas. Y es que todo esto es puro negocio”. Javier Herráez no está solo en su crítica al negocio de la vacuna contra el cáncer de cuello de útero. Ni mucho menos.