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La Policía supo donde estaban los ladrones, pero no pudo hacer nada
La burocracia impidió actuar pese a que los autores de un delito estaban localizados
La burocracia impidió actuar pese a que los autores de un delito estaban localizados
La tecnología no sólo permite acceder a conocimientos y servicios. Gracias a ella también es posible seguir en tiempo real la ubicación de un celular en caso de pérdida o robo. Sin embargo, los adelantos son opacados por la falta de medios de la Policía.
Así le ocurrió a un hombre que fue víctima de robo en su casa. Según relató a El Observador, entre los objetos que se llevaron los delincuentes, estaba un celular, que empezó a transmitir una señal de GPS. Por medio de una aplicación del celular que tenía instalada en su computadora, pudo comenzar a rastrear no sólo la ubicación del aparato, sino también el número de teléfono correspondiente al chip que estaba siendo utilizado en ese momento.
Pero la burocracia puede más que la tecnología. Por más buena disposición que puso la Policía para ubicar a los delincuentes, no se pudo concretar la detención.
A pesar de que el hombre siguió las coordenadas del GPS durante una semana, hizo una investigación personal y aportó datos precisos a la Policía, no hubo resultados.
Una noche cuando volvió a su casa en Ciudad de la Costa encontró las rejas forzadas, los vidrios rotos y las luces encendidas. "Las señales eran muy claras pero aún así pasé quince segundos de shock, hasta que pude agarrar el celular y llamar al 911", relató a El Observador. Luego de insistir un rato sin tener respuesta decidió entrar a la casa.
Al ver todo revuelto decidió trasladarse a la seccional para pedir apoyo.
Desde el mostrador vio a un funcionario policial que tomaba declaración a una persona en el fondo. Luego de varios minutos sin ser atendido intentó llamar la atención del funcionario golpeando las manos. Éste le dijo que estaba ocupado y debía esperar.
Volvió a su casa e insistió con el 911. Luego de 30 minutos de espera lo atendieron y le dijeron que le enviarían un patrullero. El móvil llegó dos horas después.
A la mañana siguiente fue a la seccional a realizar formalmente la denuncia y solicitar el comprobante. No se lo pudo llevar por un problema con el sistema informático.
Al día siguiente se percató que el celular robado comenzaba a emitir una señal de GPS. “Pude comenzar a rastrear no sólo la ubicación del aparato en tiempo real, también pude saber el número de teléfono correspondiente al chip que estaba siendo utilizado”, afirmó.
Salió de inmediato hacia la seccional para comunicar el importante descubrimiento. En la comisaría no había ninguna computadora con internet, por lo que los agentes recurrieron a un mapa colgado en la pared para ubicar la zona. Como era de noche, le dijeron que iniciarían la investigación al día siguiente. Anotaron en un cuaderno la ampliación de la denuncia.
Durante toda esa noche el hombre siguió a través del celular a los ladrones. “Supe adonde fueron, donde durmieron y a qué hora comenzaron su actividad nuevamente. Por falta de recursos informáticos, nada de eso pudo ser utilizado por la Policía”, lamentó.
Durante una semana fue un investigador al servicio de la seccional. Cada dato nuevo que conseguía sobre la ubicación del celular y movimientos de los ladrones se anotaban en el cuaderno como una “ampliación de la denuncia”.
Habló con el subcomisario y éste le informó que pedir información a la compañía telefónica podría llevar dos meses. El mismo se dirigió a la empresa y consiguió la información en minutos.
Como le informaron que la mejor forma de agilizar el trámite era ir directo a hablar con la jueza que dirigía el caso, se dirigió al juzgado. Una actuaria le transmitió que la jueza se comunicaría con la seccional y le recomendó que le entregara a la Policía los datos que había obtenido en la telefónica.
En la seccional le explicaron que el informe elevado al juzgado tenía un error en el número del teléfono, por lo que el trámite debía realizarse nuevamente...
A todo esto, el celular dejó de dar señales. Pasó un mes y volvió a transmitir coordendas. Volvió a la comisaría donde le aseguraron que venían realizando una tarea de inteligencia.
Tres meses después “todo el esfuerzo parece haber sido en vano”, concluyó la víctima.
Blogalaxia Tags: uruguay, montevideo, vicepresidente, corrupción, fraude, presidente, intendencia, impuestos, IRPF gobierno, seguridad, ley
2 comentarios:
Un viejo chiste dice que se reunieron la policía de Estados Unidos, la de Francia, la de Inglaterra y la de Uruguay para una singular competencia. Como manera de probar su eficacia, largarían un conejo y verían cuanto tiempo se demoraban en agarrarlo. El primero en salir tras el conejo fue el policía estadounidense, quien volvió con el mismo a los 2 minutos 20 segundos. Explicó que había utilizado imagenes satelitales y el más moderno software para atrapar el conejo. Tocóle el turno a Scotland Yard, famosa por sus perfiles criminales, quien volvió con el conejo a los 2 minutos 10. Explicaron que conociendo sus hábitos y costumbres, lo habían atrapado en la cueva de un viejo compinche. Vino luego la Sureté, famosa por su habilidad en persecuciones. Volvieron al cabo de 2 minutos exactos, explicando que habían seguido al conejo con dos vehículos, capturándolo en una encrucijada. Por fin vino el turno de la policía uruguaya. Dos esforzados agentes, varios kilos de más, sin afeitar y de malos modales, partieron raudos tras el conejo en una destartalada camioneta blanca. Pasaron los segundos, se hicieron los minutos y por fin tras varias horas, se los iba a declarar perdidos, cuando a lo lejos pudo verse una nube de polvo. En ella venían los agentes, quienes traían una bolsa de arpillera. Dentro un chancho, deformado a golpes, un ojo colgando, dos patas quebradas y tajos y moretones por doquier. Apenas el chancho tocó el piso, gritó: ¡Soy un conejo, soy un conejo, no me peguen más! Disculpas por lo largo, pero me parece un ejemplo de lo que se puede esperar de esta policía.
jaja está bueno, sobre todo que la Policía está bajo la pata de nurse...
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