Extraído de El Diario
La Chaqueta Militar Como Símbolo
Por Adolfo Castells (castells@eldiario.com.uy) | Martes, 6 de Diciembre del 2011
Oía a un periodista minimizar el uso de la casaca militar venezolana por parte del Presidente José Mujica, con el argumento de que hay cosas más graves. Y entonces memoré el artículo de ayer de Walter Nessi, en este mismo medio, que al recordar la frase del inefable Vicealmirante Hugo L. Márquez: “Estábamos al borde del precipicio y dimos un paso al frente”, termina su nota: “¿No tienen la sensación, de que lentamente los estamos dando todos los días…?”
Es así. Nada importa camino al abismo. Hay cosas más graves, decía el periodista. Claro que es mucho más grave la inseguridad en que estamos viviendo; claro que es mucho más grave el estado paupérrimo de la educación, de la salud, de la vivienda; claro que es mucho más grave el autoritarismo sindical, avalado por el Poder Ejecutivo y el Frente Amplio; la falta de rumbo y de eficiencia del gobierno “progresista”; y un largo etcétera.
Sin embargo, el endoso de la chaqueta del Ejército venezolano —mal le pese al periodista—es todo un símbolo. Símbolo, en primer lugar, de desprecio a la institución presidencial. El “Pepe” se puede poner lo que quiera, el Presidente de la República Oriental del Uruguay, no.
Símbolo de desubicación: es el mando superior de las Fuerzas Armadas uruguayas y no puede usar el uniforme y las insignias de un Ejército extranjero.
Símbolo de la falta de sentido del ridículo: un Presidente no se puede disfrazar. Porque la casaca militar es un agravante y más agravante es que sea de una Fuerza Armada sin ninguna vocación democrática, como lo ha expresado claramente su Comandante en Jefe. Pero tampoco hubiese sido admisible que se ponga un traje de Arlequín o de Batman.
Por otra parte, la excusa de Luis Almagro: “tenía frío, abrigarse no va contra el protocolo” es irrisoria y cínica. El Canciller nos está haciendo extrañar a Gargano, lo cual ya es decir. Le pregunto: ¿no había nadie de la delegación uruguaya que pudiese prestarle una prenda? Y si el Presidente hubiera tenido mucho calor ¿se quita camisa y camiseta y se queda con el torso desnudo?
Y el colmo del mundo al revés son las declaraciones del Secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, cuando se le consultó por la foto del Presidente luciendo una campera del Ejército venezolano, en la Cumbre de la CELAC: “No existe ninguna ley o norma protocolar que haya violado el Presidente por usar esa campera” y pidió “no tinellizar la política nacional”, cuando fue su Presidente que la “tinellizó” al disfrazarse como si fuera un participante de “Bailando por un sueño”.
Si al Presidente Jorge Batlle durante su mandato se le hubiese ocurrido, en uno de sus viajes a Estados Unidos, lucir una campera con el rótulo de US ARMY, ¿Breccia afirmaría que no hay ninguna norma que se lo impida? ¿O junto con Mujica, Lorier, Arismendi, Fernández Huidobro y compañía hubiesen armando un escándalo de órdago e —incluso— intentado hacerle un juicio político?
Lo importante, lo grave del episodio es la actitud de quién no realiza que está representando al Uruguay y a los uruguayos en el exterior y entonces cualquier cosa da lo mismo. No usar corbata por principios, pero que esos mismos principios no le impidan, como gobernante republicano, hacerle la reverencia al rey de Suecia.
Philip Dormer Stanhope, el cuarto Lord Chesterfield, literato y político británico del siglo XVIII, había cometido un desliz y tenía un hijo natural, en una época en que eso, por supuesto ocurría, pero no se aceptaba. Razón por la cual al retoño lo veía poco, aunque le escribía mucho. En una de esas cartas que se hicieron famosas en la literatura inglesa, Lord Chesterfield aconsejaba a su descendiente: “El estilo es el ropaje del pensamiento y un pensamiento bien vestido, como un hombre bien vestido, se presenta mejor”.
Y como si fuera normal, ya nos hemos acostumbrado al “puédamos”, al “váyamos” al “yo no me chupo el dedo”, al “chorisez”, al “nabo”, al “¡pero Papá!” Ya nos hemos habituado —sin chistar o chistando poco—a las marchas y contramarchas presidenciales; a la incontinencia verbal de todas las horas; al entreguismo —cada vez más agudizado— hacia Argentina; al aumento del Estado “Gran Hermano”; entre tantas otras cosas.
¿Nos tendremos que acostumbrar ahora a temblar, en cada viaje oficial, de que el Presidente se sienta en un baile de disfraces?
Yo personalmente me niego a acostumbrarme y espero que seamos muchos los que recordemos aquello que decía el pastor Martín Niemoller y que se le atribuyó durante años a Bertold Brecht:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
Porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, nada dije,
Porque yo no era socialdemócrata.
Cuando se llevaban a los sindicalistas, no protesté,
Porque yo no era sindicalista.
Cuando exterminaban a los judíos, no lo rechacé,
Porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme a mí… no había nadie más que pudiera protestar
La Chaqueta Militar Como Símbolo
Por Adolfo Castells (castells@eldiario.com.uy) | Martes, 6 de Diciembre del 2011
Oía a un periodista minimizar el uso de la casaca militar venezolana por parte del Presidente José Mujica, con el argumento de que hay cosas más graves. Y entonces memoré el artículo de ayer de Walter Nessi, en este mismo medio, que al recordar la frase del inefable Vicealmirante Hugo L. Márquez: “Estábamos al borde del precipicio y dimos un paso al frente”, termina su nota: “¿No tienen la sensación, de que lentamente los estamos dando todos los días…?”
Es así. Nada importa camino al abismo. Hay cosas más graves, decía el periodista. Claro que es mucho más grave la inseguridad en que estamos viviendo; claro que es mucho más grave el estado paupérrimo de la educación, de la salud, de la vivienda; claro que es mucho más grave el autoritarismo sindical, avalado por el Poder Ejecutivo y el Frente Amplio; la falta de rumbo y de eficiencia del gobierno “progresista”; y un largo etcétera.
Sin embargo, el endoso de la chaqueta del Ejército venezolano —mal le pese al periodista—es todo un símbolo. Símbolo, en primer lugar, de desprecio a la institución presidencial. El “Pepe” se puede poner lo que quiera, el Presidente de la República Oriental del Uruguay, no.
Símbolo de desubicación: es el mando superior de las Fuerzas Armadas uruguayas y no puede usar el uniforme y las insignias de un Ejército extranjero.
Símbolo de la falta de sentido del ridículo: un Presidente no se puede disfrazar. Porque la casaca militar es un agravante y más agravante es que sea de una Fuerza Armada sin ninguna vocación democrática, como lo ha expresado claramente su Comandante en Jefe. Pero tampoco hubiese sido admisible que se ponga un traje de Arlequín o de Batman.
Por otra parte, la excusa de Luis Almagro: “tenía frío, abrigarse no va contra el protocolo” es irrisoria y cínica. El Canciller nos está haciendo extrañar a Gargano, lo cual ya es decir. Le pregunto: ¿no había nadie de la delegación uruguaya que pudiese prestarle una prenda? Y si el Presidente hubiera tenido mucho calor ¿se quita camisa y camiseta y se queda con el torso desnudo?
Y el colmo del mundo al revés son las declaraciones del Secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, cuando se le consultó por la foto del Presidente luciendo una campera del Ejército venezolano, en la Cumbre de la CELAC: “No existe ninguna ley o norma protocolar que haya violado el Presidente por usar esa campera” y pidió “no tinellizar la política nacional”, cuando fue su Presidente que la “tinellizó” al disfrazarse como si fuera un participante de “Bailando por un sueño”.
Si al Presidente Jorge Batlle durante su mandato se le hubiese ocurrido, en uno de sus viajes a Estados Unidos, lucir una campera con el rótulo de US ARMY, ¿Breccia afirmaría que no hay ninguna norma que se lo impida? ¿O junto con Mujica, Lorier, Arismendi, Fernández Huidobro y compañía hubiesen armando un escándalo de órdago e —incluso— intentado hacerle un juicio político?
Lo importante, lo grave del episodio es la actitud de quién no realiza que está representando al Uruguay y a los uruguayos en el exterior y entonces cualquier cosa da lo mismo. No usar corbata por principios, pero que esos mismos principios no le impidan, como gobernante republicano, hacerle la reverencia al rey de Suecia.
Philip Dormer Stanhope, el cuarto Lord Chesterfield, literato y político británico del siglo XVIII, había cometido un desliz y tenía un hijo natural, en una época en que eso, por supuesto ocurría, pero no se aceptaba. Razón por la cual al retoño lo veía poco, aunque le escribía mucho. En una de esas cartas que se hicieron famosas en la literatura inglesa, Lord Chesterfield aconsejaba a su descendiente: “El estilo es el ropaje del pensamiento y un pensamiento bien vestido, como un hombre bien vestido, se presenta mejor”.
Y como si fuera normal, ya nos hemos acostumbrado al “puédamos”, al “váyamos” al “yo no me chupo el dedo”, al “chorisez”, al “nabo”, al “¡pero Papá!” Ya nos hemos habituado —sin chistar o chistando poco—a las marchas y contramarchas presidenciales; a la incontinencia verbal de todas las horas; al entreguismo —cada vez más agudizado— hacia Argentina; al aumento del Estado “Gran Hermano”; entre tantas otras cosas.
¿Nos tendremos que acostumbrar ahora a temblar, en cada viaje oficial, de que el Presidente se sienta en un baile de disfraces?
Yo personalmente me niego a acostumbrarme y espero que seamos muchos los que recordemos aquello que decía el pastor Martín Niemoller y que se le atribuyó durante años a Bertold Brecht:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
Porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, nada dije,
Porque yo no era socialdemócrata.
Cuando se llevaban a los sindicalistas, no protesté,
Porque yo no era sindicalista.
Cuando exterminaban a los judíos, no lo rechacé,
Porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme a mí… no había nadie más que pudiera protestar
Blogalaxia Tags: uruguay, montevideo, vicepresidente, corrupción, fraude, presidente, intendencia, impuestos, IRPF gobierno, seguridad, ley
4 comentarios:
El problema es que este tipo ( el pp) es el producto de una estructura que ha alienado la mente a muchisimos uruguayos para los cuales es un referente .
no se gaste Castells,es predicar en el desierto..
si le sirve como catársis,lo comprendo a ud. y sé que es necesario sacar lo que nos aliena para afuera..pero que quiere que le diga "EL REY ESTA DESNUDO"
PERO NADIE SE LO DICE..tendremos que esperar ,como en la fábula,que aparezca un niño y comience a gritarlo ,para que los lúmpens se den cuenta de que el rey,aunque les disguste aceptarlo ,es un energúmeno pato criollo, CADA VEZ QUE DA_UN PASO HACE UNA CAGADA
jajajajjj
Hola Humberto,
yo creo que es digno de un estudio serio sociológico el hecho de que este señor, haya llegado a la presidencia de la República con el voto de un pueblo supuestamente inteligente, informado, etc. etc., teniendo los antecedentes que tiene, y comportándose como un energúmeno cada vez que puede y el poder lo enloqueció aún más.
Hola Pelo
la verdad es que creo que todos los que escribimos hacemos catarsis, no esperamos en realidad ningún resultado práctico de nuestros dichos, porque quien nos lee, ya sabe lo que escribimos o el tipo de artículo que hacemos.
El lumpen no se va a sentar a leer a Castells, ni a mi ni a tantos otros que dejamos horas frente a la computadora tratando de informar y de dar nuestra opinión.
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