"URUGUAY Y EL G 20 : ¿ QUIEN MIENTE ? "
Luego de las declaraciones del presidente de Francia, el “húngarogalo” Nicolás Sarkozy, se suceden acciones y reacciones que llaman la atención y nos llevan a dudar de todo lo que se dice y se hace.
Es así que el Señor Presidente José Mujica, de cara a un tema tan serio y delicado, que valió la llamada en “consulta” del embajador en Francia, en una actitud irresponsable o senil, se obsequia ahora el lujo de bromear. Ha referido el mandatario uruguayo: “...el presidente francés seguramente tuvo un altercado con su bonita mujer y lo agarramos revirado”. Lo cierto es que en momentos como éste no debieran admitirse bromas: se trata de una situación que podría darle letra a un caturista o a una murga, pero jamás al presidente de la nación.
Ahora, giró la tuerca, el presidente José Mujica se manifestó a favor de intercambiar información tributaria con Argentina y Brasil, si a cambio se asegura que los productos uruguayos tendrán mayores facilidades de acceso a estos mercados restringidos, como forma de compensar las fugas de capitales que podría sufrir el país.
Agregó luego: "hay que arreglar esto (con la región) como parte de un paquete donde esté el tema de la información a cambio de cuotas de productos". Esta afirmación se toma con asombro y estupor, pues Mujica se va a comprometer, mejor dicho va a comprometer a Uruguay a dar información, sí o sí, a cambio de espejitos, y que no son precisamente de colores. Si Argentina y Brasil no respetan, como ha sido constante regional lo acordado en Mercosur, y si en lugar de complementarnos nos ponen trabas de toda naturaleza, ¿quién nos asegura que luego de firmados los acuerdos de intercambio tributario cumplirán el compromiso de no poner obstáculos a nuestros productos? Hasta el mismísimo Mujica duda: “hay convenios firmados, pero muchas veces no se cumplen y esto hay que asumirlo con realismo...”
Se agrega a todo este disparate que la diplomacia uruguaya contabiliza más actitudes de sección lencería de un shopping que de negociadora seria y firme en el respeto por la imagen y los derechos del país.
De esta manera, el Canciller Almagro -muy fresco- se presenta ante la prensa y aplaude actitudes que se contradicen, presentando posturas infantiles que tiran por la borda dos siglos de diplomacia formal aprendida de los ingleses, y pacientemente aplicada a los sucesos que nos tuvieron como protagonistas por delante de los españoles, franceses, argentinos, portugueses y brasileños.
Para el gobierno uruguayo, el diferendo con Francia está prácticamente resuelto, ha dicho sin ton ni son el titular de la Cancillería.
Tras las idas y venidas a nivel diplomático por este tema, el ministro dijo que quedó claro que Uruguay "no es una guarida fiscal". Horror de horrores, pues olvida el ministro que quién nos calificó de "guarida fiscal" fue la Presidenta de Argentina, que se llamó a sorprendente silencio tras el mamarracho de Francia.
La administración Mujica quiere aclarar si los dichos del mandatario galo fueron realizados a título personal o si habló en nombre del G20, aclaración que no es pertinente dado que el Embajador de Francia en Uruguay, sin dar explicaciones, manifestó que Sarkozy habló en nombre de los países industrializados y emergentes. En Brasil, en tanto, en el oído de Almagro sostuvieron que el galo habló en nombre propio.
Pero aún hay más perlas en el collar de la fachendosa cancillería.
Almagro dijo primeramente que la Argentina nada tuvo que ver con la inclusión de Uruguay en la lista de Sarkozy, cuando, en simultáneo, aparecía en una pantalla diferente su par argentino Héctor Timerman, reconociendo que Cristina Fernández solicitó a la Cumbre medidas para acabar con las guaridas fiscales, mediante las cuales “los países promueven la fuga de capitales”. En ese listado de guaridas Sarkozy nombró expresamente al Uruguay. Timerman sostuvo que tal fue la condición que la mandataria presentó para seguir apoyando la Tasa Tobin, aquella que grava las actividades financieras de comercio exterior.
Las gestiones de la Argentina fueron llevadas a cabo previamente a los dichos del presidente francés, quien pidió que Uruguay y otros países considerados "paraísos fiscales" sean abiertamente excluidos de la comunidad internacional.
¿Quién miente?
A posteriori, el Canciller Almagro ha aplaudido las declaraciones del portavoz del gobierno francés, expresando que en la Cancillería se considera que Francia "ha dado señales" para recomponer las relaciones con el Uruguay. En ese sentido, el responsable de las relaciones internacionales de nuestro país destacó la declaración de prensa del vocero del Ministerio de RR. EE. francés, quien declaró que las expresiones de Sarkozy reflejan la posición del G20 y que no refieren a postura individual del mandatario del Eliseo.
Almagro viajó a Brasil y se reunió con el subsecretario general para América del Sur de la Cancillería brasileña, Antonio Simoes. Allí dijo que el propio Simoes le transmitió el apoyo del gobierno de Dilma Rousseff. Más allá todavía, el ministro sostuvo que Brasil respaldó a Uruguay ante la amenaza del presidente francés de excluir a Uruguay de la comunidad internacional.
Y por segunda vez, de acuerdo con las palabras de Almagro, el secretario general de Brasil para América del Sur, Antonio Simoes, le reiteró que Sarkozy incluyó a Uruguay como paraíso fiscal a título personal, ya que eso no fue acordado por el G20...
El Canciller uruguayo, al finalizar su encuentro con Simoes, dijo que “sintió” "el pleno respaldo de Brasil sobre las declaraciones de Sarkozy, y la contextualización de que definitivamente estas declaraciones no obedecían a algo acordado en el G20 sino a su impronta personal en ese momento".
Estas puntualizaciones tan seguidas y sesgadas del canciller uruguayo, satisfecho por las declaraciones de Francia que decía que Sarkozy habló en nombre del G20 y que no era una cuestión personal, y luego en Brasil expresando que “sintió” (no dijo cómo) que Brasil nos respaldaba (pues el funcionario de Itamaraty, Simoes, le había hecho “sentir” que las declaraciones de Sarkozy no reflejaban la posición del G20, ni era algo acordado, sino que obedecían a su impronta personal) dejan mucho espacio para la duda. Quienes conocemos cómo se mueve Itamaraty sospechamos una mentira piadosa, que no por tal deja de ser flagrante, por parte de Almagro. Itamaraty no expresa sus apoyos en “el oído”. Aquel palacio es quien maneja Brasil e instruye a sus diplomáticos, y hasta quien esto escribe arriesgaría decir que esa Cancillería instruye también a los presidentes. No existe, en ningunas de las páginas oficiales de los gobiernos del Brasil o Uruguay, documentación oficial alguna que avale lo que “sintió” Almagro.
¿Miente Almagro?
El canciller, en las últimas horas, se refirió a las declaraciones públicas del servicio exterior francés, que señalan que fueron un "malentendido" las declaraciones de Sarkozy. Almagro declamó: "... Uruguay nunca esperó un pedido de disculpas de Francia porque no funciona así”. Finalmente, el jerarca dijo que "el hecho de que haya habido un exceso en una conferencia de prensa de Sarkozy no implica que debamos alterar un cronograma de trabajo" ya decidido. En conclusión: el Canciller miente o se equivoca. Lo dicho por Sarkozy lo fue en el marco de una declaración en nombre del G20. Una conferencia de prensa, pretexto para reducir el voltaje, es muy diferente.
Por su parte, el Secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, dijo hace muy pocas horas que lo "óptimo" para el Uruguay sería que Sarkozy "reconozca que se pasó de la raya", lo que consideró poco probable.
¿Quién miente?
Para finalizar, el gobierno abandonó la idea de promover una declaración del Mercosur en contra del presidente francés Sarkozy por incluir al Uruguay en la lista negra de paraísos fiscales, ya que ningún integrante del organismo quiso respaldar oficial y públicamente a nuestro país, tal como lo hicieran al abandonar al Uruguay a su suerte en ocasión del conflicto por Botnia.
Ante la evidente sumatoria de contradicciones, lícito es preguntarse: ¿miente Francia, miente Brasil o miente Almagro?
La oposición tiene la obligación y el mandato de profundizar en el tema, exigiendo la verdad en medio de la farsa.
¿No será, acaso, el momento idóneo de sustituir a Almagro por un Canciller que recupere el respeto internacional que, incontestablemente, Uruguay ha perdido a lo largo de estos últimos años?
Jorge Azar Gómez
Ex representante de Uruguay ante O.N.U.
Mail: azargomezjorge@gmail.com
Luego de las declaraciones del presidente de Francia, el “húngarogalo” Nicolás Sarkozy, se suceden acciones y reacciones que llaman la atención y nos llevan a dudar de todo lo que se dice y se hace.
Es así que el Señor Presidente José Mujica, de cara a un tema tan serio y delicado, que valió la llamada en “consulta” del embajador en Francia, en una actitud irresponsable o senil, se obsequia ahora el lujo de bromear. Ha referido el mandatario uruguayo: “...el presidente francés seguramente tuvo un altercado con su bonita mujer y lo agarramos revirado”. Lo cierto es que en momentos como éste no debieran admitirse bromas: se trata de una situación que podría darle letra a un caturista o a una murga, pero jamás al presidente de la nación.
Ahora, giró la tuerca, el presidente José Mujica se manifestó a favor de intercambiar información tributaria con Argentina y Brasil, si a cambio se asegura que los productos uruguayos tendrán mayores facilidades de acceso a estos mercados restringidos, como forma de compensar las fugas de capitales que podría sufrir el país.
Agregó luego: "hay que arreglar esto (con la región) como parte de un paquete donde esté el tema de la información a cambio de cuotas de productos". Esta afirmación se toma con asombro y estupor, pues Mujica se va a comprometer, mejor dicho va a comprometer a Uruguay a dar información, sí o sí, a cambio de espejitos, y que no son precisamente de colores. Si Argentina y Brasil no respetan, como ha sido constante regional lo acordado en Mercosur, y si en lugar de complementarnos nos ponen trabas de toda naturaleza, ¿quién nos asegura que luego de firmados los acuerdos de intercambio tributario cumplirán el compromiso de no poner obstáculos a nuestros productos? Hasta el mismísimo Mujica duda: “hay convenios firmados, pero muchas veces no se cumplen y esto hay que asumirlo con realismo...”
Se agrega a todo este disparate que la diplomacia uruguaya contabiliza más actitudes de sección lencería de un shopping que de negociadora seria y firme en el respeto por la imagen y los derechos del país.
De esta manera, el Canciller Almagro -muy fresco- se presenta ante la prensa y aplaude actitudes que se contradicen, presentando posturas infantiles que tiran por la borda dos siglos de diplomacia formal aprendida de los ingleses, y pacientemente aplicada a los sucesos que nos tuvieron como protagonistas por delante de los españoles, franceses, argentinos, portugueses y brasileños.
Para el gobierno uruguayo, el diferendo con Francia está prácticamente resuelto, ha dicho sin ton ni son el titular de la Cancillería.
Tras las idas y venidas a nivel diplomático por este tema, el ministro dijo que quedó claro que Uruguay "no es una guarida fiscal". Horror de horrores, pues olvida el ministro que quién nos calificó de "guarida fiscal" fue la Presidenta de Argentina, que se llamó a sorprendente silencio tras el mamarracho de Francia.
La administración Mujica quiere aclarar si los dichos del mandatario galo fueron realizados a título personal o si habló en nombre del G20, aclaración que no es pertinente dado que el Embajador de Francia en Uruguay, sin dar explicaciones, manifestó que Sarkozy habló en nombre de los países industrializados y emergentes. En Brasil, en tanto, en el oído de Almagro sostuvieron que el galo habló en nombre propio.
Pero aún hay más perlas en el collar de la fachendosa cancillería.
Almagro dijo primeramente que la Argentina nada tuvo que ver con la inclusión de Uruguay en la lista de Sarkozy, cuando, en simultáneo, aparecía en una pantalla diferente su par argentino Héctor Timerman, reconociendo que Cristina Fernández solicitó a la Cumbre medidas para acabar con las guaridas fiscales, mediante las cuales “los países promueven la fuga de capitales”. En ese listado de guaridas Sarkozy nombró expresamente al Uruguay. Timerman sostuvo que tal fue la condición que la mandataria presentó para seguir apoyando la Tasa Tobin, aquella que grava las actividades financieras de comercio exterior.
Las gestiones de la Argentina fueron llevadas a cabo previamente a los dichos del presidente francés, quien pidió que Uruguay y otros países considerados "paraísos fiscales" sean abiertamente excluidos de la comunidad internacional.
¿Quién miente?
A posteriori, el Canciller Almagro ha aplaudido las declaraciones del portavoz del gobierno francés, expresando que en la Cancillería se considera que Francia "ha dado señales" para recomponer las relaciones con el Uruguay. En ese sentido, el responsable de las relaciones internacionales de nuestro país destacó la declaración de prensa del vocero del Ministerio de RR. EE. francés, quien declaró que las expresiones de Sarkozy reflejan la posición del G20 y que no refieren a postura individual del mandatario del Eliseo.
Almagro viajó a Brasil y se reunió con el subsecretario general para América del Sur de la Cancillería brasileña, Antonio Simoes. Allí dijo que el propio Simoes le transmitió el apoyo del gobierno de Dilma Rousseff. Más allá todavía, el ministro sostuvo que Brasil respaldó a Uruguay ante la amenaza del presidente francés de excluir a Uruguay de la comunidad internacional.
Y por segunda vez, de acuerdo con las palabras de Almagro, el secretario general de Brasil para América del Sur, Antonio Simoes, le reiteró que Sarkozy incluyó a Uruguay como paraíso fiscal a título personal, ya que eso no fue acordado por el G20...
El Canciller uruguayo, al finalizar su encuentro con Simoes, dijo que “sintió” "el pleno respaldo de Brasil sobre las declaraciones de Sarkozy, y la contextualización de que definitivamente estas declaraciones no obedecían a algo acordado en el G20 sino a su impronta personal en ese momento".
Estas puntualizaciones tan seguidas y sesgadas del canciller uruguayo, satisfecho por las declaraciones de Francia que decía que Sarkozy habló en nombre del G20 y que no era una cuestión personal, y luego en Brasil expresando que “sintió” (no dijo cómo) que Brasil nos respaldaba (pues el funcionario de Itamaraty, Simoes, le había hecho “sentir” que las declaraciones de Sarkozy no reflejaban la posición del G20, ni era algo acordado, sino que obedecían a su impronta personal) dejan mucho espacio para la duda. Quienes conocemos cómo se mueve Itamaraty sospechamos una mentira piadosa, que no por tal deja de ser flagrante, por parte de Almagro. Itamaraty no expresa sus apoyos en “el oído”. Aquel palacio es quien maneja Brasil e instruye a sus diplomáticos, y hasta quien esto escribe arriesgaría decir que esa Cancillería instruye también a los presidentes. No existe, en ningunas de las páginas oficiales de los gobiernos del Brasil o Uruguay, documentación oficial alguna que avale lo que “sintió” Almagro.
¿Miente Almagro?
El canciller, en las últimas horas, se refirió a las declaraciones públicas del servicio exterior francés, que señalan que fueron un "malentendido" las declaraciones de Sarkozy. Almagro declamó: "... Uruguay nunca esperó un pedido de disculpas de Francia porque no funciona así”. Finalmente, el jerarca dijo que "el hecho de que haya habido un exceso en una conferencia de prensa de Sarkozy no implica que debamos alterar un cronograma de trabajo" ya decidido. En conclusión: el Canciller miente o se equivoca. Lo dicho por Sarkozy lo fue en el marco de una declaración en nombre del G20. Una conferencia de prensa, pretexto para reducir el voltaje, es muy diferente.
Por su parte, el Secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, dijo hace muy pocas horas que lo "óptimo" para el Uruguay sería que Sarkozy "reconozca que se pasó de la raya", lo que consideró poco probable.
¿Quién miente?
Para finalizar, el gobierno abandonó la idea de promover una declaración del Mercosur en contra del presidente francés Sarkozy por incluir al Uruguay en la lista negra de paraísos fiscales, ya que ningún integrante del organismo quiso respaldar oficial y públicamente a nuestro país, tal como lo hicieran al abandonar al Uruguay a su suerte en ocasión del conflicto por Botnia.
Ante la evidente sumatoria de contradicciones, lícito es preguntarse: ¿miente Francia, miente Brasil o miente Almagro?
La oposición tiene la obligación y el mandato de profundizar en el tema, exigiendo la verdad en medio de la farsa.
¿No será, acaso, el momento idóneo de sustituir a Almagro por un Canciller que recupere el respeto internacional que, incontestablemente, Uruguay ha perdido a lo largo de estos últimos años?
Jorge Azar Gómez
Ex representante de Uruguay ante O.N.U.
Mail: azargomezjorge@gmail.com
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