SALUD PÚBLICA Y LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA
El Colegio Médico del Uruguay manifestó su posición contraria a
la propuesta de reglamentación de la objeción de conciencia, como estudia
aplicar el Ministerio de Salud Pública luego de que varios médicos utilizaran
ese recurso para no practicar abortos.
La propuesta del Ministerio de Salud Pública ,entiende que los
ginecólogos que rechacen hacer abortos o recetar medicación abortiva deberán
firmar un formulario que contendrá la definición de objeción de conciencia, sus
"alcances" y sus "límites".
Dentro del show del gobierno le ha tocado al ministerio de Salud
Pública , en manos del Partido Comunista, hacer de primer actor.
Han dicho cosas curiosas y sorprendentes, aunque la sorpresa es
menor si se tiene en cuenta la elevada conciencia de superioridad que muestran
estos ministros de un gobierno desvencijado pero siempre impertinente. El
ministerio ha dicho que no ha lugar a la objeción para los médicos en el caso
del aborto. Al parecer esto le parece una cosa religiosa enteramente fuera de
lugar en el ámbito civil, que es en el que él manda, aunque por delegación.
Esto me recuerda a una estupenda anécdota de Lenin que cuenta
Martin Amis en su excelente libro sobre Stalin y el comunismo. El partido de
Lenin siempre se había opuesto a la pena de muerte en tiempos de los zares y,
como ya en el poder, habían ejecutado a unos miles, un dirigente le hizo notar
a Lenin la contradicción y Lenin le contesto: "¡Bah, paparruchas!",
aunque no recuerdo si hizo algo más.
Pues bien, a nuestra izquierda le parece que son paparruchas los
principios que defendieron para llegar al poder, y entre ellos, la objeción de
conciencia. Con ello denotan una enorme desvergüenza, pero también algo más
profundo, a saber, que nada les importa lo que puedan pensar los demás, que no
respetan la conciencia ni la libertad ajena, y no lo hacen porque tienen una
idea meramente instrumental de la libertad y de la conciencia.
Puede decir la ministra lo que quiera, que para eso es ministra
y comunista, pero cualquier persona con un mínimo de conciencia de su dignidad
sabe con claramente que uno de los rasgos de la democracia liberal es el
respeto inherente a la conciencia individual, respeto del que nacen todas las
libertades que, de otro modo, pierden completamente su sentido. No hay en esto
ni el más mínimo atisbo de religiosidad, es un asunto puramente civil, pero es
una cuestión decisiva.
En ello reside, precisamente, la diferencia entre una democracia
liberal y un régimen absolutista, aunque la ministra aparente ignorarlo porque
se lo mande su partido.
Tiempo al tiempo, la prepotencia y atropello no demuestran
autoridad, es solo el próximo disfraz del que abusarán hasta que causen risa.
Jorge
Azar Gómez
Ex representante de Uruguay ante ONU
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