Extraído de El País. Acá podemos ver cómo cambian algunas cosas, cómo algunos se dan vuelta en el aire.
Recogiendo lo sembrado
En una de las últimas cenas del año realizadas por la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), fue recibido el vicepresidente electo Danilo Astori y, como se estila en estos casos, el visitante disertó sobre temas de actualidad. Centró sus palabras en dos tópicos, la educación y el corporativismo público, médulas de una eventual reforma del Estado. Repitió algo que todos sostenemos: hay que bregar por la calidad y la excelencia del sistema educativo. El orador destacó el enorme esfuerzo en materia fiscal que habría realizado el gobierno que finaliza para alcanzar esos objetivos afirmando que, entre 2005 y 2008, se duplicó el presupuesto asignado a ese sector. Obviamente, no es lo mismo destinar más dinero a la enseñanza que mejorarla pues no necesariamente se produce esa consecuencia. A las pruebas nos remitimos y la enseñanza, en todos sus niveles públicos, está plagada de deficiencias notorias: bajo rendimiento a escala internacional, ausentismo de docentes, deserción de estudiantes, violencia interna, etc.
A los efectos, el secretario de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) José Olivera, recordó que Astori, como Ministro de Economía y Finanzas, se opuso a cumplir con su obligación de destinar el 4.5% del PBI a la enseñanza.
Pero el lugar estelar del discurso de Astori lo ocupó la reforma del Estado. En tal sentido, sus conceptos llegaron al auditorio más apropiado para recibirlos, en su mayoría integrado por empresarios, diplomáticos y dirigentes de jerarquía elevada. Sin querer ser irreverentes, es como cuando los cardenales juegan al billar con el Papa y dejan las piezas en tal posición que le resulta fácil al Santo Padre hacer su carambola... La humorada viene al caso porque el vice electo le brindó a su selecto auditorio lo que éste afirma por doquier: que hay que vencer nuestra propia mentalidad conservadora si queremos hacer una verdadera reforma del Estado y, paralelamente, hay que superar las actitudes corporativas del sindicalismo público para poder llevarla a cabo. Es que si se antepone el interés sectorial al nacional y si nos dejamos guiar por nuestros miedos y prejuicios, dijo Astori, nada podremos reformar ni modernizar.
El Dr. Lacalle calificó al vice electo como autor del perfecto doble discurso ya que nunca hizo alusión alguna, durante la campaña electoral, a los temas que en el presente parecen preocuparle.
A su vez, COFE, que agrupa a 48 sindicatos de la administración pública y de servicios descentralizados y cuenta con 24 mil afiliados, rechaza la visión de Astori. Lo mismo hace Fenapes: "es una ofensa gratuita a los sindicatos de la educación". Y Ademu (Asociación de Maestros del Uruguay): "Los sindicatos no son corporativistas, y menos los de la enseñanza.
Pocas horas más tarde, el presidente electo Mujica arremete no contra los trabajadores públicos sindicalizados sino contra la gestión de los gerentes de mandos medios, donde "están las mayores deformaciones, el mayor anquilosamiento, el mayor signo de deformación política, politiquera y parasitaria". El senador absuelve a los trabajadores del Estado "que no son ni arte ni parte".
Mujica y Astori parecen vivir en otro planeta.
Olvidan que su partido, durante décadas de oposición irresponsable, prohijó, alentó y, a través de su brazo sindical, el Pit-Cnt, organizó paros, huelgas y reconoció las famosas ocupaciones como una extensión del derecho de huelga, distorsionando la vida laboral y empresarial del país y afectando sensiblemente su capacidad productiva. ¿Por qué claman -ahora desde el gobierno- contra los trabajadores "conservadores", los gerentes medios y los sindicatos de la enseñanza? ¿Por qué descargan su ira contra el corporativismo que desde sus propias filas crearon? Cría cuervos, que te quitarán los ojos... sentencia el refrán.
Deseamos fervientemente que el nuevo gobierno tenga éxito en su gestión porque va en ello la suerte de nuestro país. Sobre todo ahora que su cúpula parece tener una interpretación correcta de los males de una realidad engendrada por la colectividad política.
El País Digital
En una de las últimas cenas del año realizadas por la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), fue recibido el vicepresidente electo Danilo Astori y, como se estila en estos casos, el visitante disertó sobre temas de actualidad. Centró sus palabras en dos tópicos, la educación y el corporativismo público, médulas de una eventual reforma del Estado. Repitió algo que todos sostenemos: hay que bregar por la calidad y la excelencia del sistema educativo. El orador destacó el enorme esfuerzo en materia fiscal que habría realizado el gobierno que finaliza para alcanzar esos objetivos afirmando que, entre 2005 y 2008, se duplicó el presupuesto asignado a ese sector. Obviamente, no es lo mismo destinar más dinero a la enseñanza que mejorarla pues no necesariamente se produce esa consecuencia. A las pruebas nos remitimos y la enseñanza, en todos sus niveles públicos, está plagada de deficiencias notorias: bajo rendimiento a escala internacional, ausentismo de docentes, deserción de estudiantes, violencia interna, etc.
A los efectos, el secretario de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) José Olivera, recordó que Astori, como Ministro de Economía y Finanzas, se opuso a cumplir con su obligación de destinar el 4.5% del PBI a la enseñanza.
Pero el lugar estelar del discurso de Astori lo ocupó la reforma del Estado. En tal sentido, sus conceptos llegaron al auditorio más apropiado para recibirlos, en su mayoría integrado por empresarios, diplomáticos y dirigentes de jerarquía elevada. Sin querer ser irreverentes, es como cuando los cardenales juegan al billar con el Papa y dejan las piezas en tal posición que le resulta fácil al Santo Padre hacer su carambola... La humorada viene al caso porque el vice electo le brindó a su selecto auditorio lo que éste afirma por doquier: que hay que vencer nuestra propia mentalidad conservadora si queremos hacer una verdadera reforma del Estado y, paralelamente, hay que superar las actitudes corporativas del sindicalismo público para poder llevarla a cabo. Es que si se antepone el interés sectorial al nacional y si nos dejamos guiar por nuestros miedos y prejuicios, dijo Astori, nada podremos reformar ni modernizar.
El Dr. Lacalle calificó al vice electo como autor del perfecto doble discurso ya que nunca hizo alusión alguna, durante la campaña electoral, a los temas que en el presente parecen preocuparle.
A su vez, COFE, que agrupa a 48 sindicatos de la administración pública y de servicios descentralizados y cuenta con 24 mil afiliados, rechaza la visión de Astori. Lo mismo hace Fenapes: "es una ofensa gratuita a los sindicatos de la educación". Y Ademu (Asociación de Maestros del Uruguay): "Los sindicatos no son corporativistas, y menos los de la enseñanza.
Pocas horas más tarde, el presidente electo Mujica arremete no contra los trabajadores públicos sindicalizados sino contra la gestión de los gerentes de mandos medios, donde "están las mayores deformaciones, el mayor anquilosamiento, el mayor signo de deformación política, politiquera y parasitaria". El senador absuelve a los trabajadores del Estado "que no son ni arte ni parte".
Mujica y Astori parecen vivir en otro planeta.
Olvidan que su partido, durante décadas de oposición irresponsable, prohijó, alentó y, a través de su brazo sindical, el Pit-Cnt, organizó paros, huelgas y reconoció las famosas ocupaciones como una extensión del derecho de huelga, distorsionando la vida laboral y empresarial del país y afectando sensiblemente su capacidad productiva. ¿Por qué claman -ahora desde el gobierno- contra los trabajadores "conservadores", los gerentes medios y los sindicatos de la enseñanza? ¿Por qué descargan su ira contra el corporativismo que desde sus propias filas crearon? Cría cuervos, que te quitarán los ojos... sentencia el refrán.
Deseamos fervientemente que el nuevo gobierno tenga éxito en su gestión porque va en ello la suerte de nuestro país. Sobre todo ahora que su cúpula parece tener una interpretación correcta de los males de una realidad engendrada por la colectividad política.
El País Digital
Blogalaxia Tags: uruguay, montevideo, vicepresidente, corrupción, fraude, presidente, intendencia, impuestos, IRPF gobierno, seguridad, ley
2 comentarios:
¿24 mil afiliados tiene COFE? Tengo entendido que los funcionarios públicos son más de 200 mil, así que no entiendo por qué darles bola, si son menos del diez por ciento. Creo que el problema pasa por que nadie quiere echar a nadie y el sindicato no quiere que echen gente. Y estoy convencido que el tema se arregla echando a algunas lacras. No digo a todos, sino a aquellos que está demostrado que no sirven ni para tope de puerta. Echando a algunos y sancionando a otros (por ejemplo los docentes que faltan una tercera parte de sus jornadas) sería un buen inicio.Pero ¿quien le pone cascabel al gato?
Hola Javier,
y si, como en la mayoría de los sindicatos, los afiliados son los menos, pero los demás acatan por miedo a tener problemas en el trabajo, es así... no hay vuelta.
Y si, como bien decís nadie se anima a ponerle el cascabel al gato, imaginate, desprestigio político primero que nada, y después bancate que te hagan paros y medidas de todo tipo....
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