jueves, 18 de noviembre de 2010

Es de Argentina, las similitudes con nosotros son fuertes

Recibo y publico

Cuando la discriminación no es mala palabra



Alumno I: Vos no podés seguir viniendo a clase
Alumno II: ¿Por qué?
Alumno I: Dijo el profesor Raffo que él no puede darle clases a un reo de lesa humanidad
Alumno II: ¡Pero eso es discriminación!. Todos los que estamos acá estamos condenados, vos inclusive. Una vez condenados estamos acá por algo, ¿o alguien cree que hay condenados diferentes?


A partir de este diálogo la “justicia” argentina podría desarrollar una tesis para presentar en cualquier tribunal internacional, tesis que hasta podría servir para hacer más “manejable” al Estatuto de Roma. Si algunos de los genios que integran nuestra Corte Suprema se tomara el tiempo que normalmente pierden es fruslerías, podría escribir un artículo - mientras cuentan las rupias que reciben por mirar a otro lado - sobre el tema siguiente: Un reo de un crimen de lesa humanidad – término vasto y difuso que engloba desde crímenes estatales reales hasta aquellos inventados para destruir la moral de quienes deben combatir al terrorismo – debe ser conciente que carece de derechos.

Por supuesto que ellos podrían escribir un apéndice así para cualquier corte que lo requiriera. Esta justicia inmoral que soportamos los argentinos es capaz en su pusilanimidad, si se lo ordenan, de exhumar los restos de Roca para que, al igual que Carlos II con los huesos de Cronwell, colgarlos del obelisco como aviso a generaciones futuras. Si han dejado morir de mala muerte a presos por el mero hecho de ser presos políticos como podemos suponer que tomarán en cuenta que un preso de esta condición haya sido discriminado por pretender seguir estudiando en la cárcel. ¿Increíble?, no, para los que sabemos como actúan los esbirros togados que deberían velar por aquellos que están sometidos a su juicio, esto no nos asombra Para ellos la discriminación es un tema menor, no es mala palabra si de presos políticos se trata.

El diálogo del acápite no es ficción, sucedió en Marcos Paz cuando un profesor de sociología de apellido Raffo se negó a dar clases pues entre los alumnos – en su mayoría miembros de las FF.SS. condenados o procesados por delitos comunes - se encontraba un médico del Servicio Penitenciario Bonaerense que había sido condenado por un delito de “lesa humanidad”. Es importante considerar que la mayoría de los que concurrían a clases de sociología – excepto dos – se manifestaron solidarios con el interno que era discriminado por el profesor como también que éste prefirió dejar la clase ya que siendo esta una materia curricular podía generarle problemas al resto de los estudiantes sin el profesor se retiraba.

No fue esta una patética decisión de un profesor universitario interesado en sumar puntos en su curriculum. No, es el acuerdo que la UBA ha firmado con el Servicio Penal Federal para proveer educación universitaria a los presos. Presos comunes si, pueden estudiar y eventualmente graduarse. Presos políticos no, para ellos, como alguna vez dijo alguien: “Ni justicia”. Y la mejor manera de ajusticiarlos es discriminándolos.

La discriminación - esa palabra que tiene poder de policía cuando de homosexualidad, desviaciones u otra de esas nuevas categorías se trata, pero que no vale un tarro de bosta cuando se denigra a católicos por su Fe, o a Militares o Policías por cumplir con su deber - no existe como delito cuando se comete contra un preso político. El pueblo, que procede a la manutención de estos, debe saber que en el país hay una nueva categoría de habitantes. Habitantes, no ciudadanos, que pueden ser vejados sin problemas, escrachados indecorosamente cuando van a un hospital o clínica a atenderse o discriminados cuando pretenden estudiar en la cárcel. Estos son argentinos, más allá de su estatus penal - a las pruebas me remito - que están fuera de cualquier amparo que la Constitución le pueda proporcionar.

Habiendo, los mercaderes de la revancha, convertido a los presos políticos en unos desamparados constitucionales, ¿Por que no obviamos requisitos estrafalarios y los fusilamos evitándole al pueblo que pague por su sustento? Si ellos carecen de derechos y los Caifás de turno pueden tratarlo como más les guste ¿No sería mejor y más acorde al espíritu bonachón que les quieren imponer a las leyes cuando de presos comunes se trata, meterles un tiro en la nuca en lugar de reservarles impiadosas agonías y muertes como la de Leonardo Nuñez, Jorge Perren, Carlos Pazo y 110 presos políticos más?


JOSE LUIS MILIA
Josemilia_686@hotmail.com

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