miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Por qué Lacalle – Larrañaga?

¿Por qué Lacalle – Larrañaga? - I -

Autor: Dr. Eugenio Baroffio Abadie

Hace pocos días, en una sucesión de breves artículos, aludía a la falta de empleo de la lógica en la campaña y entre los electores. La desinformación campea libremente, la distorsión de la historia reciente ya no es el fruto de rumores o de comunicadores ignorantes y de oculta pero sesgada opinión. Ahora también lo es de la enseñanza que se imparte en nuestros institutos educativos.

Todavía hay quien descree de la participación cómplice y obsecuente que el FA y la CNT tuvieron en febrero del 73 con los militares golpistas, como si no estuvieran allí sus dichos, artículos y documentos para demostrarlo.

También hay blancos y colorados indecisos o, lo que es peor, algunos (por pocos que sean) que han optado por votar a Mujica y –además- hacerlo público. Este último hecho abusa de la independencia que el Comité Ejecutivo del Partido Colorado les reconoce. El votante de buena fe, aunque equivocado, no hace campaña por el adversario (no sólo adversario político, sino enemigo de las instituciones democráticas).

El disidente bien inspirado se calla la boca y decide sólo y con su consciencia en el cuarto secreto. El otro actúa por interés personal y se sube al carro del que presume ganador. No hay otra alternativa posible. Los casos particulares justificarán una respuesta particular, pero en este caso no quiero dedicarme a ello, sino a explicar por qué este Colorado ha decidido con absoluta convicción y sin vacilación alguna, votar por la fórmula Lacalle & Larrañaga, que no es votar al Partido Nacional sino optar por una de las dos únicas fórmulas que quedan en competencia.

Si ya dije por qué no creo conveniente votar a Mujica y Astori, debo agregar ahora lo que me induce a hacerlo por la alternativa. El voto en blanco o anulado que también descarto, no me parece opción válida pero ya será objeto de explicación en un artículo próximo.

Decir que el Presidente y el Vicepresidente son figuras de importancia en nuestra institucionalidad, no es una novedad ni requiere explicación. Por eso, es importante elegir bien. Y si no puedo optar por la alternativa con la que más me identifico, será correcto que lo haga, por lo menos, apuntando hacia quien menos se distancie de mis ideas.

El Dr. Lacelle es un demócrata acreditado. Su adversario –en cambio interpreta- que vale la pena “jugar el juego de la democracia liberal”, que fracasó en su intención se suprimir por las armas, pero supone hacerlo obligadamente, puesto que no le agrada mucho "ni cree en ella".

El Dr. Lacalle es una persona experiente y seria que ya ocupó el cargo y sabemos por el antecedente que no defraudará en su condición de representante de todos la Nación frente al mundo. La alternativa es la de una persona que, por su historial, no se sentirá cómodo ni formal ni sustancialmente desempeñando el mismo papel. Es un “outsider” a quien las solemnidades, las formas y los protocolos (que inexorablemente deben cumplirse en los vínculos internacionales) no le agradan. Abundan los comentarios de prensa y analistas extranjeros que ya lo han hecho notar y hasta nos dejan un poco avergonzados.

El Dr. Lacalle cree en la libertad y profesa un hondo sentimiento republicano. ¿Podemos estar seguros de que ésa fuera la misma actitud del adversario, cuando no hace más que confundirnos con declaraciones contradictorias en esos y tantos otros temas? ¿Acaso la “censura” que sobre él ejercen sus correligionarios (y él confiesa) no nos debe hacer desconfiar a nosotros, cuando sus propios compañeros de ruta la ponen tan claramente de manifiesto?

Los antecedentes del Dr. Lacalle exhiben un currículo de hombre culto, Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, conocedor de la historia nacional y protagonista de buena parte de ella en los últimos 50 años. Su adversario carece de otros antecedentes que no sean los de un abundante prontuario penal que la generosidad de la sociedad y el propósito de conseguir la pacificación nacional, trataron de borrar de la historia. Pero jamás se le ha escuchado una palabra de arrepentimiento, sino la permanente expresión de orgullo de su pasado y la consiguiente celebración de acontecimientos que deberíamos considerar luctuosos y para él y sus camaradas siguen siendo motivo de "conmemoración".

Con lo que acá se ha dicho me parece que hay suficientes fundamentos como para optar el 25 de noviembre. Pero como no he agotado el tema, lo volveré a considerar en el próximo artículo.-

Dr. Eugenio Baroffio Abadie

C.I. N° 1.268.035


Blogalaxia Tags: vicepresidente,

No hay comentarios: