domingo, 15 de noviembre de 2009

La libertad del elector es despreciada (1)

La libertad del elector es despreciada -I-
Autor: Dr. Eugenio Baroffio Abadie

El mal razonamiento nubla la percepción de la verdad. En esta campaña electoral ambos partidos fundacionales empezaron con el propósito de no mirar atrás, de discutir propuestas.

El FA respondió con ironías y lo atribuyó a temor a encarar temas o circunstancias por las cuales –nos decían- los otros partidos temían tener que rendir cuentas.

Y creo que muy lamentablemente, la propia opinión pública asumió que ésos eran los motivos. Si nos centramos en los candidatos entre quienes debe dirimirse la segunda vuelta, la actitud del Dr. Lacalle era generosa.

Sabemos que la leyenda que construyó el FA acerca de las responsabilidades en hechos de corrupción de su gobierno caló hondo en la ciudadanía. La muletilla de que era quien había “vendido dos bancos a delincuentes internacionales” empezó a circular aún antes de que el propio Astori fuera dado de alta de la afección que lo tuvo internado. Todos los demás frentistas se “prendieron” inmediatamente.

Los comunicadores en general empezaron a reclamar una campaña de propuestas, pero no hicieron más que difundir toda manifestación –por marginal que ella fuera- que apuntara al agravio, la acusación personal o la descalificación grosera del rival. Pura hipocresía. Como hipócrita es el papel de víctima que asumen ahora el candidato Mujica y toda su claque.

Quienes tenemos algunos años, recordamos la inmensa dureza con que se difamó, se injurió, se enredaron episodios, situaciones y temas con personas que nada tenían que ver en ellos en el pasado.

Quien empleó la estrategia de repetir mentiras mil veces con el propósito de Goebels fue el Frente Amplio, desde 1970, a la fecha. Si cualquiera se tomara la molestia de leer la prensa de aquellos años lo advertiría. Pero si alguien con objetividad, asumiera la insoportable tarea de ojear los artículos y titulares de la República (¿diario plural, dijeron?), constataría exactamente lo mismo.

Por un extraño motivo que no llego a entender, la agenda del debate siempre la impone la coalición de izquierda. Y no sólo los temas, también decide cuándo, cómo, con quién y si debate o no. Generalmente huye a esto último. Como también eluden los reportajes si están a cargo de periodistas independientes, en todo caso, ponen la condición de conocer de antemano las preguntas.
Así es que el FA no participa en debates de candidatos presidenciales desde 1994.

¿Quién se beneficia de ello?
No lo sabemos. Pero –en todo caso- sí tenemos claro quiénes se perjudican: los ciudadanos, la libertad y las instituciones democráticas.

Eludir el debate es una forma de desinformar, un modo de ocultarse, la mejor manera de crear unas condiciones en que el elector sea menos libre al optar. Al FA no le interesa eso porque en sus tendencias hoy mayoritarias, nunca ha sido un convencido defensor de la libertad de información ni de la libertad individual. Sin debate el votante no conoce la verdad, porque ya lo dijo hace 20 siglos Marco Tulio Cicerón: “la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.-

Dr. Eugenio Baroffio Abadie

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