Llanto por una mujer
Dice Sakineh: "Me matarán por ser mujer en un país que puede hacer lo que quiere con las mujeres"
Pilar Rahola | 29/09/2010 |
Sabíamos que la iban a matar. Cuando Irán anunció que se había paralizado la lapidación, la premio Nobel Shirin Ebadi dijo: "No me fío. La matarán". Y así lo ha confirmado el régimen: no la lapidarán, solo la ahorcarán.
Teniendo en cuenta que Sakineh Ashtiani había pedido que no la lapidaran delante de sus hijos, la sentencia es un avance. Por supuesto el régimen ha armado todo un cuerpo legal para considerarla culpable, pero la crónica de su tragedia nos da la medida de la tortuosa perversidad de esta tiranía. Sakineh es una azerí del Azerbaiyán iraní que casi no habla persa. Cuando la sentenciaron a muerte, ni tan solo entendió la palabra árabe que utiliza el código penal iraní para la lapidación: rajam.
Fueron sus carceleros quienes le dijeron que había sido condenada a morir bajo las piedras. Durante todo el proceso su abogado fue perseguido, hostigado, se le impidió estar con Sakineh y finalmente, después del riesgo para su familia, huyó de Irán. Cinco horas a pie por las montañas y el resto a caballo, hasta llegar a Turquía, donde Amnistía internacional le ayudó a conseguir asilo en Noruega.
En una magnífica entrevista de Bernard-Henry Levy, Mohamad Mostafaei definió así a Sakineh: "solo es una mujer, una mujer sencilla, solo es una mujer".
El tribunal que la sentenció a muerte no encontró una sola evidencia, pero de los cinco miembros, tres eran clérigos radicales que la condenaron por su "íntima convicción" de que era una adúltera. Como dijo la propia Sakineh, "me matarán por ser mujer en un país que cree que puede hacer lo que quiere con las mujeres". Después de la campaña internacional para salvarle la vida, el régimen armó otra acusación contra ella, la obligó a autoinculparse de homicidio y el resto es conocido.
La horca será su destino. En la cárcel de Tabriz, dos mujeres más esperan la lapidación. Azar Baghri tiene 24 años y hace 10 que está en prisión. Casada con 14, la acusaron de adulterio y desde entonces espera ser lapidada. Para divertirse, sus carceleros le han hecho dos simulacros de apedreamiento.
Maryam Ghobaranzadeh, de 25 años, solo sueña que la ahorquen en lugar de lapidarla. Estaba embarazada y la forzaron a abortar con seis meses… En Irán las mujeres son consideradas maduras sexuales a partir de los 9 años, la edad en que pueden casarse y ser adúlteras.
Nadie sabe cuántas han sido lapidadas sin que se hay hecho público. La valiente disidencia iraní habla de muchas.
Sé que este artículo no tiene ningún efecto, solo es un grito. Pero al menos sirve para recordar que no todos somos cómplices del silencio con que Irán ampara sus crímenes. Un silencio que en España es clamoroso, no en vano no nos interesan las víctimas si no son palestinas, ni nos interesan los malos, si no son israelíes o yanquis. ¿Irán? Irán no cuadra en las fobias de lo políticamente correcto. Sus víctimas tampoco.
Dice Sakineh: "Me matarán por ser mujer en un país que puede hacer lo que quiere con las mujeres"
Pilar Rahola | 29/09/2010 |
Sabíamos que la iban a matar. Cuando Irán anunció que se había paralizado la lapidación, la premio Nobel Shirin Ebadi dijo: "No me fío. La matarán". Y así lo ha confirmado el régimen: no la lapidarán, solo la ahorcarán.
Teniendo en cuenta que Sakineh Ashtiani había pedido que no la lapidaran delante de sus hijos, la sentencia es un avance. Por supuesto el régimen ha armado todo un cuerpo legal para considerarla culpable, pero la crónica de su tragedia nos da la medida de la tortuosa perversidad de esta tiranía. Sakineh es una azerí del Azerbaiyán iraní que casi no habla persa. Cuando la sentenciaron a muerte, ni tan solo entendió la palabra árabe que utiliza el código penal iraní para la lapidación: rajam.
Fueron sus carceleros quienes le dijeron que había sido condenada a morir bajo las piedras. Durante todo el proceso su abogado fue perseguido, hostigado, se le impidió estar con Sakineh y finalmente, después del riesgo para su familia, huyó de Irán. Cinco horas a pie por las montañas y el resto a caballo, hasta llegar a Turquía, donde Amnistía internacional le ayudó a conseguir asilo en Noruega.
En una magnífica entrevista de Bernard-Henry Levy, Mohamad Mostafaei definió así a Sakineh: "solo es una mujer, una mujer sencilla, solo es una mujer".
El tribunal que la sentenció a muerte no encontró una sola evidencia, pero de los cinco miembros, tres eran clérigos radicales que la condenaron por su "íntima convicción" de que era una adúltera. Como dijo la propia Sakineh, "me matarán por ser mujer en un país que cree que puede hacer lo que quiere con las mujeres". Después de la campaña internacional para salvarle la vida, el régimen armó otra acusación contra ella, la obligó a autoinculparse de homicidio y el resto es conocido.
La horca será su destino. En la cárcel de Tabriz, dos mujeres más esperan la lapidación. Azar Baghri tiene 24 años y hace 10 que está en prisión. Casada con 14, la acusaron de adulterio y desde entonces espera ser lapidada. Para divertirse, sus carceleros le han hecho dos simulacros de apedreamiento.
Maryam Ghobaranzadeh, de 25 años, solo sueña que la ahorquen en lugar de lapidarla. Estaba embarazada y la forzaron a abortar con seis meses… En Irán las mujeres son consideradas maduras sexuales a partir de los 9 años, la edad en que pueden casarse y ser adúlteras.
Nadie sabe cuántas han sido lapidadas sin que se hay hecho público. La valiente disidencia iraní habla de muchas.
Sé que este artículo no tiene ningún efecto, solo es un grito. Pero al menos sirve para recordar que no todos somos cómplices del silencio con que Irán ampara sus crímenes. Un silencio que en España es clamoroso, no en vano no nos interesan las víctimas si no son palestinas, ni nos interesan los malos, si no son israelíes o yanquis. ¿Irán? Irán no cuadra en las fobias de lo políticamente correcto. Sus víctimas tampoco.
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