sábado, 30 de octubre de 2010

El gobierno progresista destruye hasta lo que funciona bien

Ya vengo hablando del Fonasa, del Sistema Nacional de Salud, de las Cajas de Auxilio, del Sistema Notarial de Salud, hace rato.

Las Cajas de Auxilio gozan de excelente salud, al igual que el Sistema Notarial de Salud, son ambos, sistemas para igualar, copiar, emular, y no para destruir, pero así es el progresismo, lo que funciona bien hay que hacerlo funcionar mal.

Y así los escribanos y aquellos que tienen Cajas de Auxilio, ven cómo su tranquilidad salubre se va por un caño.

Seamos claros. Las mutualistas están desbordadas, además, los tikets se pagan igual a precios exhorbitantes, los cónyugues que hoy están en ambos sistemas (al menos en las Cajas de Auxilio de mi época era así), ya no estarán comprendidos, tampoco en el de notariales, dicen que ingresarán más adelante, quiero ver cuándo y en qué condiciones, los jubilados se quedan sin cobertura!

Así están planteadas las cosas. Pero en lugar de tratar de mantener esto que funciona bien, no, ha que meter las garras del estado desesperado por platita fresca, otro motivo no hay, sólo el de la plata y el de pisotear el derecho de la gente!

Claro, en lugar de ahorrar en el presupuesto del país, para volcar más a aquellos rubros que lo necesitan, no, se la patinan toda, aumentan salarios de ministros para hacer crecer las arcas del Frente Amplio, dilapidan dinero en viajes costosos, estadía de reyes, gente que está entrando a lo bestia por la puerta de atrás al Estado y que no me vengan a decir que no, salarios que también salen del presupuesto.

El Fonasa y el Sistema Integrado de Salud son dos proyectos mal paridos de una mente enferma que no tiene ni idea de lo que es la salud integral, y a las pruebas me remito.

*La gente que ingresó, no puede atenderse proque no puede pagar los tickets.
*El que ya estaba en lal mutualista, putea porque pasa más de una mes esperando por un especialista porque los tiempos y la cantidad de gente, no dan.
*Los medicamentos caros, necesarios para mejorar la calidad de vida de enfermos crónicos, siguen sin pagarlos, como por ejemplo los medicamentos oncológicos y los de enfermos Alzheimer.
*Las operaciones que no se hacen en el país y que son necesarias para salvar vidas, tampoco las cubren en el exterior, sólo basta ver la cantidad de colectas que hay a nievel social para que un niño o un adulto pueda salvar o mejorar su vida, yendo a operarse a otro país.
*No se si cubren aquellos aparatos específicos para extenderle la vida a quienes lo necesitan, como el stend, en el caso de mi viejo, tuve que pagar 1000 dólares para que viviera unos 8 meses más, sino hubiera podido conseguir el dinero, se hubiera muerto.
*Cubren prótesis de todo tipo? no lo se, no voy a opinar de esto cuando lo ignoro, pero es esperable que si lo hagan, porque sino, estaríamos ante una estafa absoluta, pues qué dan de diferente entonces, para la cantidad de plata que nos sacan mensualmente?
*No cubre este maravilloso sistema, si psicólogos, ni psiquiatras ni psicomotricistas, todo eso corre por cuenta de cada familia, y el iluminado de Olesker anunció con bombos y platillos que ingresaría este servicio co pago, yo hoy ya pago un co-pago de 350 pesos (hace un año de este precio) cada vez que consulto a uno de estos especialistas, y si no tenés la plata, fuiste.

Les dejo un artículo que escribió:
Ope Pasquet

Todos estamos a favor de la justicia social, eso es obvio.

Las discrepancias surgen cuando tratamos de definir qué debe entenderse por justicia social, o por justicia a secas. “Dar a cada uno lo suyo” no resuelve el problema, sino que lo traslada a determinar qué es “lo suyo” de cada uno. Exigir de cada uno según su capacidad y darle a cada uno según su necesidad es una fórmula que aún puede entusiasmar a los comunistas, pero no a quienes crean que quien trabaja más y mejor que los demás tiene derecho a vivir mejor también, aunque necesite lo mismo. ¿A cada quien según su trabajo, entonces? A mí me parece bien, pero es notorio que hay mucha gente –como la que actualmente nos gobierna- que piensa que a quien trabaja más hay que cobrarle más IRPF. Establecer la “igualdad de oportunidades en el punto de partida” es justo, sin dudas, pero las sociedades se componen mayoritariamente de personas que ya no están en “el punto de partida” y entre las cuales también es preciso encontrar fórmulas de convivencia tan justas como sea posible.

La cuestión empezó a discutirse en la Grecia antigua, hace más de 2.500 años, y el debate continúa. Mientras buscamos la fórmula ideal, la realidad plantea situaciones que es preciso resolver sobre la marcha.

Durante el anterior período de gobierno se creó en el Uruguay el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), con el gran objetivo de ofrecer un día a todos los uruguayos una buena protección para su salud. Para financiar el sistema se creó el Fondo Nacional de Salud (FONASA). Y para financiar al FONASA se dispuso, entre otras medidas, que a partir del primero de enero del año próximo tanto las Cajas de Auxilio de los médicos como el Sistema Notarial de Salud, de los esribanos, sean absorbidos por él.

Voy a referirme en particular al Sistema Notarial de Salud (SNS), pero entiendo que, en lo sustancial, lo que se diga a su respecto vale también para las Cajas de Auxilio.

Y bien: el SNS –que comprende a los escribanos y a sus cónyuges, así como a los empleados de las escribanías, de la Caja Notarial y de la Asociación de Escribanos- se nutre de los aportes de los afiliados activos y con ellos paga la asistencia médica que necesiten tanto los activos como los pasivos. El sistema fue creado a principios de los años noventa, es administrado por los propios escribanos y funciona bien: la asistencia que reciben los afiliados es de buena calidad, las finanzas están equilibradas y no se le pide contribución alguna al Estado. Es un caso claro y exitoso de organización autónoma de un grupo de la sociedad civil, para lograr fines no sólo legítimos sino además valiosos (el cuidado de la salud de sus miembros), sobre bases de solidaridad (el que gana más, aporta más) e igualdad (todos reciben las mismas prestaciones, cualquiera haya sido el monto de sus aportes).

A partir del primer día del año próximo, los aportes que hoy nutren el Sistema Notarial se volcarán a las arcas del FONASA. Por lo tanto, el sistema Notarial ya no podrá financiar las prestaciones que hoy reciben sus afiliados activos y pasivos. Los activos quedarán amparados por el mismo FONASA, por lo que en su caso el perjuicio consistirá en que el servicio médico de buena calidad que habían elegido y pagaban con su dinero, resultará sustituido por las instituciones que forman parte del SNIS y que brindan los servicios que todos conocemos.

El problema más grave lo sufrirán los jubilados por la Caja Notarial: ellos dejarán de recibir la cobertura del Sistema Notarial de Salud –al que hicieron los correspondientes aportes durante sus años de actividad- pero no ingresarán al FONASA, que como es notorio no ampara todavía a los jubilados. En suma: los jubilados de la Caja Notarial quedarán a la intemperie, por mandato legal, justo cuando llegaron a esa altura de la vida en la que las visitas al médico se hacen más frecuentes y aumenta el consumo de medicamentos.

Véase la naturaleza del problema: no se trata de que el Estado no pueda atender una necesidad, sino de que el Estado destruye el mecanismo que los particulares habían creado, con su propio dinero y esfuerzo, para atenderla, ¡sin ofrecer nada a cambio!

Cuando el ministro de Salud Pública fue días atrás al Senado, comentó estas y otras situaciones que se le plantearon diciendo, con filosófica resignación, que la construcción y puesta a punto de algo tan complejo como un verdadero sistema nacional de salud le ha llevado muchos años aún a países desarrollados como Israel, Gran Bretaña o Canadá.

Yo no dudo de las afirmaciones del ministro; pero opino que esos quince o veinte años que pueden ser necesarios para que el sistema funcione bien, son plazos razonables para el Estado pero inaceptables para las personas que hoy están jubiladas, que hasta hoy gozan de una cobertura médica de buena calidad y que a partir del primero de enero se verán privados de ella, sin otra expectativa que la de que, al cabo de un tiempo, se les admita en un FONASA cuyo funcionamiento deja mucho que desear.

Estimo que el Estado no tiene derecho a perjudicar a sabiendas a un grupo de personas, con el argumento de que necesita hacerlo para financiar un fondo y un sistema que deja fuera a esas mismas personas.

¿Que los perjudicados pueden hacerle un juicio al Estado? Sin duda: sus derechos legítimamente adquiridos están siendo evidentemente lesionados. Pero, ¿qué consuelo es la perspectiva de un juicio, para quien tiene 70 u 80 años y necesita consultar al médico u operarse?

Esto es peor que “igualar hacia abajo”: esto es como si la fábula de la cigarra y la hormiga terminara con la expropiación de lo que juntó la hormiga, y su expulsión del hormiguero.

Como dijo La Fontaine: “¡Festejen uruguayos, festejen!”

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