lunes, 18 de octubre de 2010

Hay oposición?

Extraído de FaceBook de Exequiel Augusto Buzó Gómez

La primera parte es su opinión, la segunda parte es el artículo que él menciona.


La nota de Fernando Faig que sigue, es sobre lo que he venido diciendo hace meses, probablemente mejor explicado que lo que yo lo he podido hacer. La oposición está dormida, engañada y haciendo el juego de Mujica, que solo pretende anularla con vagas promesas y algunos carguitos irrelevantes, haciéndola entrar en un juego en donde esa oposición, en uno de los momentos más peligrosos de la República, con un fascismo peronista creciendo a toda marcha, quiere creer por negligencia, incapacidad o comodidad, que pueden manipular al manipulador.

Están equivocados, el gobierno avanza hacia una anulación paulatina de un país tal como lo conocimos y no tiene a nadie delante, salvo a algunas voces aisladas que la gente, por miedo a tener que enfrentarse con la verdad, trata de no oír o las califica de alarmistas o hasta terroristas, pesimistas y que no ayudan a construir. Es un error, los tupamaros llegaron con un plan y Mujica es parte del mismo, Mujica no es víctima de los ultras sino un instrumento voluntario de ellos, un jugador más frente a una oposición desaparecida, perdida en el Tokyo de su comodidad y sus ilusiones de figuración, con una cúpula dirigente inepta que debería haber dejado paso a una generación más aguerrida pero se niega y con eso comete suicidio y nos arrastra al vacío. Cuando nos demos cuenta, cuando crean esto, cuando lo vean claro, ojalá que haya tiempo para reaccionar y hacer algo. Es una pena tener que escribir esto y pienso que a Faig le debe pasar lo mismo.

Y es así y no da para discutirlo, los blancos lo saben, los colorados también, quizás los dirigentes se hacen los idiotas.. o lo son, pero la gente lo sabe, es así y no hay duda. Esa tontería de que ahora no hay que entorpecer al gobierno que recién empieza la dijeron los babiecas durante los inicios de Hitler. "¡Ahora no es momento!", decían y fueron a parar a Treblinka. Vuelvo a repetir, no estoy diciendo que estos tupas sean nazis, no califican ni para eso, pero están usando el manual de Cómo Meterse un País en el Bolsillo por medio de las elecciones que la oposición, embelesada por la cháchara barata de Mujica, no ha leído. No tenemos nadie que nos defienda; estamos solos y hay que despabilarlos antes que sea tarde. No hay peor inepto que el que no se ha dado cuenta que lo es y se cree que puede contemplar el avance de un totalitarismo o de la prepotencia grosera de un grupo de resentidos que llegó al poder por culpa de esos dos partidos que, hoy dormidos, son juguete del gobierno.

Que si esto les cae mal, que les caiga, que me consideren un alarmista, un terrorista, un tirabombas, un aficionado, porque eso es lo que esas "elites" de pavos arrogantes creen que somos las personas comunes que ven más allá de su arrogancia. Lo que temen esos "opositores" es a perder los carguitos que les tiraron como quien le tira un hueso a un chucho o ni siquiera eso; acomodados en sus campanas de cristal, les importa un carajo la vida de la gente común, porque ellos, pavos inútiles y pretenciosos, se creen mejores que el votante que los puso en su cargo y les paga sus lujos.

Debemos despertarlos o sacarlos, pero no podemos permitir que sigan en sus cargos personas que no velan por nuestra seguridad.

Y que se jodan si esto les molesta; yo soy una persona común, no soy político ni periodista pero tengo el derecho de decirles y se lo estoy diciendo, que hagan lo que tienen que hacer, o se vayan.

Estaremos solos pero mejor sin ellos y habrá que enfrentar al poder creciente de las patotas de gobierno por medio de organizaciones civiles nuevas, ya que los partidos que deben ser el balance de los poderes desmedidos, repito las palabras de Faig, están embelesados con Mujica y eso es, por si no entendieron, una actitud de idiotas.

Hasta la semana que viene.

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Embelesados

Francisco Faig

La gran mayoría del país cree que estamos en un tiempo político de negociación y diálogo entre el gobierno y la oposición.

Hay satisfacción con la administración de disensos entre actores rivales en base a la confianza. Se integraron a entes del Estado representantes de todos los partidos; se acordó una nueva integración para el Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral; se firmaron acuerdos multipartidarios en temas estratégicos de largo plazo.

Para muchos, el talante presidencial está detrás de esta apertura. Lejos de la arrogancia del poder, José Mujica, campechano y negociador, conversa y acuerda con los adversarios.

Sin embargo, a poco que se examine más en profundidad la realidad, se notarán fácilmente señales y medidas que contradicen este análisis.

El acuerdo que resolvió el conflicto con Argentina precisa una ratificación parlamentaria que el gobierno no tiene en agenda. Las reformas en la educación, pactadas con la oposición, no tienen aún traducción efectiva, y el camino emprendido es más (y peor) de lo mismo, como lo ilustra el privilegio acordado a la Universidad pública. La iniciativa sobre delegados regionales que suplantaran a los departamentales-presidenciales, no se tradujo en el proyecto enviado al Parlamento, que no prevé, por cierto, que estos delegados no puedan ser candidatos en las elecciones siguientes. El ministro Almagro quiere anular la ley de caducidad y promover el voto de los uruguayos en el exterior. El Ejecutivo multiplica cargos de confianza y vacía de contenido a unidades reguladoras independientes claves, como la Ursec.

Frente a estos hechos, concretos, hay quienes prefieren aferrarse a gestualidades oficiales que los contradicen.

En su momento, la inclusión de la oposición, en el seguimiento de las negociaciones con Argentina; en torno al papel de la Universidad pública, las declaraciones de Topolansky que concuerdan con la posición nacionalista; sobre el menor número de delegados del Ejecutivo, la buena voluntad presidencial; en el "peso" de la voluntad popular en la ley de caducidad, la valoración de Astori; en la reforma eficiente del Estado, las declaraciones sobre austeridad gubernativa.

Además, esa gestualidad se apoya en el discurso de Mujica que hechiza los reflejos opositores y seduce a la opinión pública.

En este escenario, no alcanza con señalar los hechos y presentar caminos alternativos. También hay que ir contra la corriente mayoritaria que cree que hay que dar tiempo al presidente y que es injusto, en plena luna de miel, amargar el idilio nacional con disgustos disonantes (más en épocas de excepcional bonanza económica).

Sin embargo, el fortalecimiento de la democracia precisa de una oposición fuerte y de rumbo claro.

Más temprano que tarde, habrá que trocar la fe en los discursos presidenciales por la fría realidad que agobia al futuro de la República: en la educación; en la reforma del Estado; en el respeto a la voluntad popular; en el trágico, subrepticio pero innegable, proceso de peronización del país.

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