LA LENGUA TAL CUAL ES
Por Pedro Bordaberry
Hace algunos años se realizó en Rosario, Argentina, el III Congreso Internacional de la Lengua Española. Ahí se reunieron escritores y pensadores de la talla de Juan José Millás y Mempo Giardinelli.
Ambos coincidieron en el deterioro que se está produciendo en el pensamiento y el obrar de las personas a partir de lo mal que se habla. Hay quienes hoy reducen su lenguaje a pocas palabras y ello provoca una distorsionada comprensión de la realidad y del mundo.
Para el intelectual español Millás la reducción del lenguaje limita el campo de la visión y el pensamiento. “Cuando voy al campo solo , dada mi ignorancia, sólo veo árboles. Pero si voy con un experto, además veo acacias, pinos, álamos y robles”.
Para Millás el lenguaje que habla una sociedad es fiel representación de su modo y calidad de vida. Leer bien y escribir correctamente constituyen para él el único camino para recuperar la capacidad de pensamiento y de sensibilidad de una sociedad.
Hoy hay una reducción del lenguaje. El español es hablado en 23 países por 400 millones de personas. El Diccionario de la Real Academia Española registra más de 88.400 palabras.
Pero en nuestros países de América del Sur miles de personas no llegan a usar más de 70 u 80 palabras diariamente. Ese es el proceso de encogimiento al que hace referencia Millás. “Un día las palabras empezarán a salirnos sin complemento directo” se queja.
En ese congreso de la lengua Giardinelli alertó de la necesidad de mejorar el lenguaje. “Es urgente que todos seamos conscientes de que hablar mal tiene consecuencias indeseables concretas. Hablar bien, con propiedad y corrección es el camino más seguro para pensar mejor. Y pensar mejor asegura el obrar mejor”.
La escritora Alicia Gorodischer reafirma esto: “La lengua es la que construye la realidad y edifica el mundo. Nos habilita para su comprensión, que es la comprensión del otro, hable o no ese otro nuestra propia lengua”.
A este deterioro en el uso del lenguaje se está llegando por varias vías. El poco contacto con el libro, la falta de estímulos y ejemplos para la lectura, el uso de internet con la proliferación del chateo, los mensajes de texto en los celulares y la comunicación que los dirigentes políticos, actores, y demás personas públicas hacen.
Hace unos años en el Uruguay se realizaban, desconozco si se siguen realizando, las maratones de lectura en la Biblioteca Nacional bajo el slogan “Leer te da más” con lo que se buscaba estimular y dar ejemplo para la lectura.
Hoy tenemos una proliferación del chateo y los sms. Pero sobre todo algunos dirigentes políticos se refieren a los demás y a las cosas con palabrotas que reducen el análisis y encogen el pensamiento.
Si se responde a una pregunta de un periodista con “un no sea nabo”, “o estás haciendo un mandado”, se cataloga a un adversario político de “perro faldero” o se dice que no se cree en la Justicia “un carajo” porque tiene olor a venganza “de la puta madre” es no sólo una falta de respeto. Es, sobre todo, un encogimiento del lenguaje, del pensamiento y en definitiva del obrar.
Es como ir al bosque y ver sólo árboles, no acacias, álamos, pinos y robles.
Es que en definitiva, como asegura Millás, quien habla mal o escribe mal no puede pensar bien. Lo que quizás explique lo que pasó en el Uruguay esta semana.
Por Pedro Bordaberry
Hace algunos años se realizó en Rosario, Argentina, el III Congreso Internacional de la Lengua Española. Ahí se reunieron escritores y pensadores de la talla de Juan José Millás y Mempo Giardinelli.
Ambos coincidieron en el deterioro que se está produciendo en el pensamiento y el obrar de las personas a partir de lo mal que se habla. Hay quienes hoy reducen su lenguaje a pocas palabras y ello provoca una distorsionada comprensión de la realidad y del mundo.
Para el intelectual español Millás la reducción del lenguaje limita el campo de la visión y el pensamiento. “Cuando voy al campo solo , dada mi ignorancia, sólo veo árboles. Pero si voy con un experto, además veo acacias, pinos, álamos y robles”.
Para Millás el lenguaje que habla una sociedad es fiel representación de su modo y calidad de vida. Leer bien y escribir correctamente constituyen para él el único camino para recuperar la capacidad de pensamiento y de sensibilidad de una sociedad.
Hoy hay una reducción del lenguaje. El español es hablado en 23 países por 400 millones de personas. El Diccionario de la Real Academia Española registra más de 88.400 palabras.
Pero en nuestros países de América del Sur miles de personas no llegan a usar más de 70 u 80 palabras diariamente. Ese es el proceso de encogimiento al que hace referencia Millás. “Un día las palabras empezarán a salirnos sin complemento directo” se queja.
En ese congreso de la lengua Giardinelli alertó de la necesidad de mejorar el lenguaje. “Es urgente que todos seamos conscientes de que hablar mal tiene consecuencias indeseables concretas. Hablar bien, con propiedad y corrección es el camino más seguro para pensar mejor. Y pensar mejor asegura el obrar mejor”.
La escritora Alicia Gorodischer reafirma esto: “La lengua es la que construye la realidad y edifica el mundo. Nos habilita para su comprensión, que es la comprensión del otro, hable o no ese otro nuestra propia lengua”.
A este deterioro en el uso del lenguaje se está llegando por varias vías. El poco contacto con el libro, la falta de estímulos y ejemplos para la lectura, el uso de internet con la proliferación del chateo, los mensajes de texto en los celulares y la comunicación que los dirigentes políticos, actores, y demás personas públicas hacen.
Hace unos años en el Uruguay se realizaban, desconozco si se siguen realizando, las maratones de lectura en la Biblioteca Nacional bajo el slogan “Leer te da más” con lo que se buscaba estimular y dar ejemplo para la lectura.
Hoy tenemos una proliferación del chateo y los sms. Pero sobre todo algunos dirigentes políticos se refieren a los demás y a las cosas con palabrotas que reducen el análisis y encogen el pensamiento.
Si se responde a una pregunta de un periodista con “un no sea nabo”, “o estás haciendo un mandado”, se cataloga a un adversario político de “perro faldero” o se dice que no se cree en la Justicia “un carajo” porque tiene olor a venganza “de la puta madre” es no sólo una falta de respeto. Es, sobre todo, un encogimiento del lenguaje, del pensamiento y en definitiva del obrar.
Es como ir al bosque y ver sólo árboles, no acacias, álamos, pinos y robles.
Es que en definitiva, como asegura Millás, quien habla mal o escribe mal no puede pensar bien. Lo que quizás explique lo que pasó en el Uruguay esta semana.
Blogalaxia Tags: uruguay, montevideo, vicepresidente, corrupción, fraude, presidente, intendencia, impuestos, IRPF gobierno, seguridad, ley
6 comentarios:
Mmmmmmm , Bordaberry a vos quien te entiende ?
Ganaste la interna y al otro dia fuiste corriendo a chuparle las medias al Pepe.
Dijiste que no ibas a entrar en la descalificacion , pero de vez en cuando tiras veneno para el lado de los blancos y ahora te mandas esta editorial contra Mujica.
Vos tambien entraste en el "comotedigounacosatedigolaotra" ?
Hola 71
no, no fue a chuparle las medias, el hombre no quiere enfrentamientos y quiere colaborar con el que gane, me parece bien.
Ahora, no me jodas que lo que dice, lo dice con altura y tiene razón.
A Lacalle le dio un empujón, porque la verdad que si parecía que estaba desanimado, de onda te lo digo, por ahí el militante no se da cuenta,,, los de afuera, si..
De que tiene razón en que hay una marcada decadencia en el uso del lenguaje, la tiene.
Es innegable que vivimos una decadencia de la lengua española de verdad lamentable, en que la gente llega a facultad cometiendo 10 faltas por cada renglón redactado. Y así como pretendas corregir en una buena a tus compañeros, la respuesta más razonable que podés esperar es "¡ta, no jodas! yo medicina, no letras...". Es algo que viene arrastrado de la escuela, mirándolo con detalle, porque ahí tenemos que a los niños "no se les pueden corregir las faltas porque 'se trauman'" (se oye ridículo pero es la realidad, no sé si todavía sigue en vigencia esa normativa), y así los tenemos dedicándose a chatear, revisar el facebook y jugar en línea (sí, fue una crítica al plan Ceibal, favor no estallar en llamas)... de las planillas y las composiciones que nos pedían a nosotros en la escuela ya ni se habla.
No es una coincidencia y no es un accidente. Si las masas ya son por sí solas manipulables, no hablemos de masas ignorantes. Por algo esta gestión, lejos de intentar hacer nada para combatir esa abrumadora decadencia en el uso del lenguaje que vemos hoy día, la fomenta.
Brillante nota la del señor Bordaberry. Como a todo candidato tenemos reproches que hacerle cuando se equivoca, y sin pretender faltar al respeto (que no cabe en una conversación seria), ni Larrañaga ni Lacalle están exentos de esos mismos errores. Seres humanos falibles, vamos. Los alegatos ad hominem aportan escasamente nada al tema que trata la nota.
Hola Mefista,
si, así es...
hoy leía una nota de una persona, un hombre que durante la semana tuvo varios "encuentros cercanos" con la XO, y sacaba sus conclusiones, finalmente decía, que para el uso que le dan realmente, mejor era invertir en las escuelas, los pupitres y material, que en las XO que sin guía no aportan, mucho menos en educación.
En cuanto a que cada vez somos más ignorantes, y si, absolutamente.
Ya no se fomenta la lectura, ni las redacciones, las respuestas en los escritos son de 2 líneas, y si presentan razonamientos propios y más información de la que reciben, les bajan la nota, esto le pasó a una compañera de mi hija en el 34, que es de adultos.
Pero no sólo son faltas, o mala redacción, primero que escriben como hablan, pero además, hablan mal, con modismos que no se de dónde los sacan, y no hablo de estudiantes, hablo de profesionales que rondan los 30 años.
Y para terminar, tenemos representantes del gobierno que hablan como hablan, entonces, qué podemos exigirle a los chicos?
Me figuraba que las cosas debían estar bastante peor de lo que creía, y ahora constato que es así: que te bajen la calificación por PENSAR ya es sencillamente una aberración. Y es conveniente, de lo más conveniente, desde luego.
¿Quiere alguien explicarme cómo se les ocurre confeccionar un ensayo sobre un texto filosófico sin acabar extendiéndose invariablemente sus buenas 3 hojas? (se entiende que hablo de un texto corto). A nosotros nos lo exigía nuestro profesor, y nos exigía asimismo que el ensayo incluyera nuestra propia opinión respecto al pensamiento expresado en el texto a comentar. Así como se enseñaba un nuevo pensador no nos salvábamos de comentar un breve extracto de algún texto, tanto como tarea de clase como en las pruebas escritas (toooodas iban con un comentario de texto, de 10 a 12 conceptos que definir y otra pregunta abierta, donde el que no llenaba media carilla moría).
Pero bue, hablamos de un profesor extranjero con una formación que daba un mínimo de 20 vueltas a cualquier egresado del IPA, y eran desde luego otros tiempos (no hace tanto porque no soy tan mayor, pero aun así las cosas eran diferentes entonces).
Sin desviarme demasiado (no era la idea), lo que decís en tu comentario me indigna y me da rabia, porque si por UNA persona entre toda una horda de conformistas que quiere pensar, en lugar de tomarla como eemplo vas y la corregís por "pensar demasiado", ¿qué ejemplo estás dando? ¿Qué ESTÁS enseñándoles al resto de los alumnos?
De los chiquilines ni hablemos: con maestros y profesores en esa actitud, ¿qué formación y qué calidad podemos pedirles?
Este asunto de los cerebros lavados y las hordas de ignorantes es preocupante la verdad. Hay pocas armas tan peligrosas en manos de la demagogía como un capital harto generoso en cerebros no-pensantes.
Hola Mefista,
si, es realmente indignante.
Fijate que esto que comenté pasa en un liceo de adultos, entonces, qué esperar en los liceos comunes, no?
Si nos habrán hecho escribir... nos quedaba la mano a la miseria, pero había que decir mucho para alcanzar una nota aceptable.
Y las faltas de ortografía, no existían, porque te comías las planillas de repeticón.
Claro, antes leímos mucho, ahora no leen nada, ni los docentes ni los alumnos, cada vez utilizan menos palabras para definir las cosas, porque obvio, mantienen el mismo lenguaje de la escuela, y si no se los incentiva, chau, ahí se quedan, porque la tv tampoco aporta mucho.
En la enseñanza, hay que quemar todo, desde las reglamentaciones hasta los programas y arrancar de cero, con algo serio, y por capacitar a los docentes y corroborar que de su materia, saben.
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