lunes, 15 de marzo de 2010

Los nabos de siempre

Extraído de El País.

"Los nabos de siempre"

Tras veinte años de administración frenteamplista, Montevideo se ha transformado en un gran agujero negro que se traga el dinero de sus contribuyentes con una voracidad asombrosa. Aquello de que los impuestos que se pagan tienen como contraprestación el servicio que se brinda, es en nuestra capital una sublime utopía o una grosera tomadura de pelo al contribuyente.

En 1989, el Frente Amplio obtuvo por primera vez la Intendencia Municipal de Montevideo de la mano de Tabaré Vázquez. La recibió del Partido Colorado con un superávit en caja de 13 millones de dólares. Cinco años más tarde, cuando el inefable Mariano Arana irrumpió en el Palacio Municipal, recibió de herencia (¿maldita?) un déficit de US$ 25 millones, lo que anunciaba que la política de contención del gasto y preocupación por el destino de los dineros de los contribuyentes, era relegada por otra que apuntaba a tener funcionarios muy bien pagos y contentos, que no generaran reclamos ni problemas.

Tras su primera gestión, Arana se la pasó al mismo Arana con peores número rojos como herencia (¿maldita?) que subían hasta los 55 millones de dólares. Cinco años más tarde, la herencia (¿maldita?) que recibió Ricardo Ehrlich ascendía a unos US$ 100 millones (lo cual no sorprende, porque hasta los casinos le dieron pérdida a Arana), más lo que pudieran surgir de los litigios que Adeom había planteado por el incumplimiento de un convenio demencial que había firmado el ex intendente en la víspera de la crisis del 2002 (incluía ajustes salariales por inflación y cláusulas gatillo, entre otras medidas).

Y de los faraónicos proyectos que había anunciado el locuaz arquitecto -una isla artificial en la playa Pocitos, un subte al estilo París, los cisnes nadando por las aguas del Miguelete- su legado a la posteridad se redujo a la instalación de contenedores de basura y a engrandecer el agujero negro que significa la comuna capitalina. Ehrlich fue más mesurado: no abatió mucha deuda, pero se cuidó de incrementarla. Utilizó la contribución del Estado a las comunas (US$ 80 millones en el caso de Montevideo) para saldar parte de la deuda generada con los municipales por el convenio de Arana y con ella controlada buscó su reelección, desbaratada por el acuerdo del MPP con el Partido Comunista que llevó a la candidatura de Ana Olivera.

Este panorama desolador y deficitario explica el contenido del informe del Estudio Ferrere, que ubica a Montevideo como la ciudad que tiene los impuestos municipales más caros del mundo. En los últimos 20 años la recaudación en dólares de la IMM subió en más de 400%. De 70 millones que se recaudaban en 1988 pasó a 380 millones de dólares en el 2008. "Montevideo es hoy una de las ciudades con la Contribución Inmobiliaria y Patente de Rodados más caras del mundo", dice el informe. Y pone un par de ejemplos:

a) Un apartamento de US$ 50.000, en Madrid paga anualmente US$ 290, en Roma US$ 239 y en París solo US$ 100, mientras que en Montevideo paga US$ 500. Sí, cinco veces más que en la "Ciudad Luz", más del doble que en Roma y casi el doble que en Madrid, tal vez porque ellos tendrán subte y nosotros carritos hurgadores.

b) Un Peugeot 307 del año 2006 en Madrid paga una patente anual de US$ 100, en Londres de US$ 174 y en Montevideo de US$ 1.369, tal vez porque ellos tienen autopistas y nosotros no.

El número de funcionarios públicos se redujo de 14.000 en 1990 a los 10.000 actuales. Pero su incidencia en el presupuesto municipal, no; es el motor de su crecimiento. Unos US$ 215 millones se asignan a retribuciones. Y ahora Adeom ha reclamado que se vuelva al número de funcionarios de 1990 y una "canasta básica" de $ 32.000. Y lo que plantea Adeom es palabra santa para la Intendencia.

La política frenteamplista en Montevideo ha sido la de acceder a todos los reclamos de Adeom, como manera de evitar problemas: una comuna "compañera" no puede pelearse ni contradecir a un sindicato "compañero". Arreglan de la única manera que conocen y han aplicado durante 20 años: les dan todo lo que piden. Sea justo o no. Habiendo recursos o no. Total, están "los nabos de siempre" (Tomás Linn dixit) que terminan pagando y les solucionan el problema.
El País Digital

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