lunes, 25 de enero de 2010

Una cosa es una cosa y...

Extraído de Enfoque

Una cosa es una cosa y...

IGNACIO DE POSADAS


Una cosa es ser El Pepe (lo cual no significa que sea fácil ni mucho menos, despreciable, como acaba de constatarse). Pero otra cosa es ser el Presidente de la República. Mezclar los tantos traerá pésimas consecuencias para la nación y también para nuestro futuro Presidente.

Infelizmente, el reciente episodio de "dejámelo a mí", encarnado en la doble visita, a la Presidente argentina y a los piqueteros de Gualeguaychú, pone de manifiesto que el Sr. Mujica no está entendiendo tan fundamental distinción.

La mayoría de los medios y, quizás, buena parte de la opinión pública, parece no haber reparado en las consecuencias de fondo que el episodio produjo, quedándose en lo superficial y anecdótico, probablemente porque sigue con la inercia que este último fenómeno ha tenido en los resultados electorales. Pero las visitas del Presidente electo no son simplemente otra movida transgresora del "Pepe". Porque, guste o no, se acabó "El Pepe". Lo que existe ahora es el Presidente de la República Oriental del Uruguay y eso no es una formalidad paqueta, es una institución central a nuestra República, que no pertenece a quien circunstancialmente la detenta, lo cual obliga a ese ciudadano a tener especial reverencia y cuidado, por el valioso tesoro que se le ha encomendado.

La doble visita, a Cristina Fernández de Kirchner y a los piqueteros:

Primero, destruyó la política establecida por el gobierno vigente y respaldada por toda la nación, de no transar cuando se agrede al país en su soberanía, quebrando el Estado de Derecho Internacional, protección última de la República y materia en la cual el Uruguay, a lo largo de muchos años, ha construido prestigio y respeto entre todas las naciones del mundo.

El Presidente electo, por sus gestos (sobre todo la visita a los piqueteros) y por sus palabras (describiendo la violación de tratados y de normas y usos, como "un asunto interno" de la Argentina), dio razón al gobierno Kirchner y a los patoteros de Gualeguaychú, banalizando el asunto, debilitando la posición jurídica y de principios del Uruguay y enviando a La Haya el peor mensaje posible (¿qué juez se parará en los pedales si la parte agraviada dice que todo es negociable?).

Pero el mensaje del Presidente electo no sólo tiene repercusiones en el plano internacional de los intereses del país, fortaleciendo a la parte infractora y debilitando la posición uruguaya, sino que refuerza una corriente interna, creciente y muy peligrosa, en el plano político-institucional. Cuando el Sr. Mujica dice que la mayor violación del Estado de Derecho binacional, Argentino-Uruguayo, desde la Doctrina Zeballos es apenas un problemita interno argentino, está diciendo también que a las instituciones no hay que darles mucha bola. Todo es negociable.

En un plano apenas secundario, la movida del Presidente electo desautorizó a la Cancillería y demostró una mezcla de poca humildad pero bastante ignorancia, relativa a lo que es la Presidencia de la República y a lo que significa la política exterior del país. Tal parece que ahora volveremos a innovar: ya no sustituyendo una política exterior por las tan mentadas afinidades ideológicas del Sr. Gargano, sino por la supuesta seducción personal del Pepe Tal Cual Es, (una lectura de la prensa argentina y escuchar un poco los comentarios sobre la visita, bastarán para disipar todo sueño acerca de la estima y admiración que nuestro futuro Presidente tiene en los círculos de poder argentinos). De hecho, el Sr. Mujica quemó la bala de oro. Si -como todos suponen- nada sale de la Comisión anunciada, qué ¿quedará para intentar?

Finalmente, y sin abandonar el espíritu de respetuosa crítica constructiva que inspira estos comentarios, es necesaria una mayor parquedad en materia de declaraciones públicas. No debe ser fácil, pero estamos en tiempos de naturaleza distinta: se acabó la etapa político-electoral y empezó la del político estadista. Así, declarar que capaz sea buena idea revisar el Tratado del Río de la Plata, concesión del Presidente Perón, enormemente beneficiosa para el Uruguay y, encima, entregar de antemano y gratis la posible ubicación de una industria en Conchillas, no es prudente y no defiende los intereses nacionales.

Sr. Presidente electo, en lo que Usted se ha metido es OTRA COSA. Para la anterior, yo le deseaba el fracaso, pero en esta quiero que tenga el mayor éxito.


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2 comentarios:

Marmota dijo...

Arrodillate un poquito más, pichón, y bajá otro poco la cabeza.

...

Santo Dios, ¿por qué no se hace al menos caso a sí mismo cuando dijo "Me tengo que callar la boca"?

Resulta muchísimo más cómodo bajar servilmente la cabeza y poner sobre la mesa el intolerable comodín del relativismo, en que "todo es negociable" y "nada es tan importante". Me disculparán la expresión pero NI EN SOBERANO PEDO, pedazo de imbécil lamebotas.

Que a Mujica le falte orgullo y entereza para defender los intereses nacionales no significa que tengamos que seguirlo como una majada de ovejas idiotas.

La Ciudadana dijo...

Hola Mefista,
si realmente, yo quedé indignada, mucho más cuando leí todos los comentarios posteriores del lado argentino....

Pero a la gente estas cosas le encantan sin ver más allá, sin ver todo lo que dice el artículo.

Este mediocre todavía no se dio cuenta que es el Presidente electo y que todo lo que haga y diga, involucra a todo el país.

Y no, no esperes que se calle.... sufre de diarrea verbal.