Mujica quiere hacer pleibiscito....

Esto es muy fuerte, resulta que los pleibiscitos ya votados, pueden ser descartados según sirva o no sirva el resultado, y ahora considera, el mismo que armó todo el lío de la Ley de Caducidad cuando mandó al Canciller con el proyecto de la ley interpretativa, que quiere consultar al pueblo para ver su opinión?

Nos está tomando el pelo, no? O será una broma de pésimo gusto?

Extraído de El País

Asombrosa frivolidad

La posibilidad de que el Poder Ejecutivo recurra al mecanismo de la consulta popular para conocer la opinión ciudadana sobre diversos temas polémicos de la sociedad, parece -para empezar- una broma de mal gusto. Y para seguir, una absurda pérdida de tiempo y gasto innecesario de recursos. Porque si se recurre a los referéndums, la primera condición que cabe establecer, es que se cumplan los resultados que arrojen y no que luego de conocidos se los acepte si coinciden con la opinión gubernamental o se los ignore olímpicamente si son contrarios a ella. Y de ello, no hay garantías.

El gobierno tiene en carpeta dos proyectos que queman, como son la despenalización del aborto y la instalación de la minera Aratirí, donde la ciudadanía está dividida pero el oficialismo no tanto. El proyecto de despenalización del aborto ya fue votado por la gran mayoría de legisladores frenteamplista e incluso de algunos legisladores de los partidos de oposición, y si no llegó a concretarse en ley fue porque el entonces presidente Vázquez lo vetó en uso de su potestad constitucional. Así fueron las cosas que le dijeron sus propios compañeros.

Sobre Aratirí el panorama es bastante similar, pese a que no ha tenido aún pronunciamiento parlamentario. Se trata de una megainversión para la extracción de hierro que ha sido fuertemente impulsada por el presidente Mujica y que contaría también con el respaldo de una parte de la oposición. Hay legisladores que no están convencidos de las bondades de esta inversión, y en el mismo sentido se mueven los grupos ambientalistas (alias "los roñosos", según Mujica) y sectores vinculados al agro.

En principio, el Presidente de la República está para gobernar y no para mirar a la tribuna antes de tomar una decisión. Pero aceptemos su derecho a tener dudas y a buscar mecanismos para disiparlas. Ahora bien, ¿es la consulta popular el camino indicado para ello? ¿Hay seguridades de que luego no se les va a "enmendar la plana"? No, decididamente no. Con la lógica de su gobierno, al que debe consultar porque es el "depositario de la soberanía" es al Plenario del Frente Amplio, ese engendro partidario que interpreta el sentir colectivo de todos los uruguayos (la lógica es la lógica) y por encima del cual no hay nadie ni nada. A no perder el tiempo, entonces, con convocatorias sin valor alguno, pero que llenan el ojo (demagogia), porque pruebas hay más que suficientes de cómo actúan y el concepto que tienen sobre estos pronunciamientos.

Y guste o no guste o estemos hartos de seguir con el tema, debemos volver a la ley de Caducidad. Mientras se habla de llamados a consulta popular, el Presidente de la República está maquinando proceder a anular sus efectos (que es lo mismo que anular la ley) a través, nada menos, que de decretos. Una norma que fue ratificada dos veces por la ciudadanía, que el Poder Legislativo decidió que quedara como está, será ahora despedazada por la simple vía de decretos. ¡Qué manera de perder el tiempo el pueblo uruguayo! Tantas discusiones, tantas votaciones, tantos enfrentamientos y la llave de todo el problema es resolver si alcanza con un decreto general del Poder Ejecutivo o son necesarios 88 decretos individuales para anular todos los casos en que se aplicó durante años la ley de Caducidad.

Hace un mes Mujica fue al Parlamento a expresar sus dudas sobre si era correcto que el Poder Legislativo anulara una ley que había tenido dos ratificaciones populares. Ahora llegó a la conclusión que ese era un trámite innecesario, que él, por decreto, podía hacerlo y chau. Él por decreto puede meterse en el bolsillo las dos consultas ciudadanas y la falta de votos en el Legislativo. La "inmolación" de Semproni fue tan inútil como cenicero de moto, y qué decir de Saravia aguantando firme la estampida que se le vino encima o a Fernández Huidobro, presentando una absurda renuncia al Senado por discrepar con un tema que no era de su competencia.

Con todo el respeto que nos merece el Sr. Presidente, todo esto es una brutal tomadura de pelo a la gente, son decisiones de asombrosa frivolidad.

El País Digital

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