Me deja con los pelos parados. Habiendo homicidios diarios, habiendo violencia por doquier, robos, mugre, un sistema de salud desastroso, se ocupan de esto con la policía?
Muy fuerte
Extraído de El Observador
Un nuevo mamarracho oficial: a la caza del sifilítico
Como no había otra idea en la vuelta se les ocurrió que la Policía debe detener a quienes tengan esta enfermedad
En el Uruguay progresista de la marihuana libre, el aborto legal y y las
políticas de género, el gobierno acaba de aprobar un decreto que
tildarlo de fascista es darle una escala demasiado alta ante un presunto
debate filosófico.
Resumen: los policías, en vez de andar detrás
de rapiñeros y traficantes, deben salir a la caza de presuntos
sifilíticos; sí, personas enfermas de sífilis. La sífilis viene
creciendo en Uruguay. El año pasado, en el hospital Pereyra Rossell 4 de
cada 100 embarazadas tenían sífilis. De cada 10 niños que nazcan de esa
madre, 9 tendrán la enfermedad. Uruguay tiene 1,5 casos cada 100 mil
habitantes. La Organización Mundial de la Salud tiene como meta el 0,5.
Entonces
el gobierno va y emite un decreto según el cual una mujer embarazada
que tenga sífilis debe ¿delatar? a su pareja aunque, quizás, ella no
quiere que se sepa quién fue su pareja.
Si no lo hace, los
médicos (ahora, además, en el papel de soplones), tendrán que hacer una
denuncia policial a efectos de ubicar al hombre y conducirlo para que
sea tratado.
Parece un delirio pero esto tiene carácter legal en
este momento en Uruguay. Cuando el semanario Búsqueda le preguntó al
ministro de Salud Jorge Venegas por semejante barbaridad, el secretario
de Estado se manifestó sorprendido aunque el decreto llevaba su firma.
El
Observador le preguntó al director general de la Salud, Yamandú
Bermúdez (algunas de cuyas respuestas sobre otros asuntos técnicos meten
miedo), y dijo que el decreto seguirá vigente porque “nadie tiró una
idea”. A pesar de lo monumental de la respuesta, le quedaron restos para
agregar: “Si me dan una solución, perfecto, lo discutimos de nuevo y lo
armamos”. ¡Lo armamos!
Así, al vuelo, la primera idea que se me
ocurre es que el ministro Venegas o al menos Bermúdez renuncien al cargo
porque son un peligro, ya no para la salud pública, que lo son, sino
también para las libertades públicas. Pero su renuncia sería todo un lío
político para el gobierno; parece mejor seguir con todo este mamarracho
aunque después se enojen con lo que dicen las encuestas.
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